En El Castillo, además del fenómeno de luz y sombra conocido por millones de personas en el mundo, se da otro, pero de noche: el descenso lunar y una más en El Observatorio o Caracol
Con la llegada de la primavera, los días 20 y 21 de marzo se observa un fenómeno de luz y sombra en la legendaria zona arqueológica de Chichén Itzá, que consiste en la iluminación solar de nueve triángulos isósceles en una de las escalinatas del edificio conocido como El Castillo, y que da la apariencia de una serpiente, el dios Kukulcán, que desciende hasta la base del edificio prehispánico. De acuerdo al astrónomo yucateco Eddie Ariel Salazar Gamboa, desde días antes comienzan a formarse los triángulos y de manera paulatina aumentan hasta llegar al nueve.
“Desde el 5 de marzo se notaron cinco triángulos y a partir del 17 hubo siete y luego los nueve. Hay que estar muy concentrados, porque desciende media hora y luego asciende”, explicó.
Indicó que desde ayer, se registró el doble fenómeno arqueoastronómico en Chichén Itzá, protagonizado por el Sol y Venus, los cuales se aprecian en El Castillo y en El Observatorio, conocido este último como “El Caracol”.
Mencionó que junto con el equinoccio de primavera, hoy (lunes) se registrará la máxima elongación de Venus, suceso de gran relevancia para los sacerdotes-astrónomos mayas.
Salazar Gamboa destacó el conocimiento que desarrolló la civilización maya, pues son acontecimientos de gran precisión, con la diferencia de que el descenso de Kukulcán sobre la alfarda noroeste de El Castillo es un evento masivo, mientras que, en el caso de El Caracol, sólo era para ser observado por los sacerdotes-astrónomos y/o gobernantes.
“En todos los centros ceremoniales de las diversas culturas del mundo se veneró al Sol, porque son lugares sagrados, y los mayas no fueron la excepción”, acotó el académico del Instituto Tecnológico de Mérida (ITM).
Para los mayas prehispánicos, Kin era el dios del Sol, mientras que Noh Ek era la deidad del planeta Venus.
El científico mencionó que aunque por tradición se divulga que el inicio de la primavera acontece el 21 de marzo, desde hace 50 años que este fenómeno astronómico ya no cae en esa fecha, es decir, desde 1972 se registra los días 20, y sólo en los bisiestos sucederá el 19.
El profesor emérito de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) explicó que, debido al fenómeno astronómico de la precesión de los equinoccios, cada año hay un atraso que influye en el día de inicio de este acontecimiento.
Mencionó que a las 3:33 horas “es el momento justo en el que se registra el corte con el punto vernal o intersección de la eclíptica con el ecuador celeste”.
Sobre la creencia que tiene la gente de asistir de blanco para “absorber la energía de Kukulcán”, dijo que él es respetuoso de esta creencia. “El blanco es unión de todos los colores primarios, mientras que el negro es complementario”, comentó.
Dijo que, lamentablemente, los yucatecos no demuestran tanto interés por este fenómeno, a diferencia de los europeos. “es una veneración a la Tierra, es un ente viviente, de lo contrario sería muerta”, añadió.
Citó el caso del lingüista ruso Yuri Knórosov, quien fue el único hombre en descifrar el código fonético de los jeroglíficos de la civilización maya sin estar en México, lo cual hizo muchos años después.
Indicó que actualmente él continúa realizando investigaciones, las cuales terminan alejándose, porque tiene que pedir permiso al Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah).
Explicó que el espectáculo de Kukulcán fue descubierto en los años 70 del pasado siglo XX, por vigilantes del sitio arqueológico que reportaron al arqueólogo mexicano Víctor Segovia Pinto, que en cada inicio de la primavera se formaba “como una serpiente” en las escalinatas de la pirámide.
El experto -ya fallecido- buscó en ese entonces Salazar Gamboa para que lo ayudara con datos matemáticos y ambos descubrieron muchas cosas en El Castillo de Chichén Itzá. Ha realizado cálculos de los últimos 500 años, e incluso cuenta con folletos.
Salazar descubrió en 1993 que la Serpiente Lunar desciende dos veces al año.
En cada equinoccio, los sitios arqueológicos de México como Teotihuacán y Chichén Itzá, registran una gran afluencia de visitantes para, según las creencias, cargarse de energía y hacer ceremonias de purificación espiritual. Para estas fechas, y antes de la pandemia, a la ciudad prehispánica maya acudían en promedio unas 30 mil personas cada año.
Ritual en la CNC
La Confederación Nacional Campesina (CNC) realiza hoy lunes el ritual de la llegada de la primavera, y contará con un “men” (médico naturista maya), originario de Cuncunul.
“Buscamos conservar una tradición que cada vez se está perdiendo, ya que hay menos milperos”, señaló el dirigente de la agrupación, Juan Medina Castro.
Entrevistado en su oficina dijo que para la gente del campo esta etapa de la primavera es un ciclo que inicia. “El equinoccio da espiritualidad a los mayas, baja Kukulcán a través de una serpiente para conectar los planos celestiales y terrestres. Da fertilidad a la tierra”.
Explicó que los milperos están pendientes de la aureola del Sol (Xpet), que indica cómo será la temporada de lluvias y también observan la luna. “Esto no lo domino mucho, por eso en esta ocasión lo realizaré y estaré junto al “men” para ver si lo aprendo y domino”.
Señaló que también existen las cabañuelas, que es un sistema de medición de las lluvias, que también se pueden apoyar con algunos animales y plantas.
Dijo que uno de estos indicadores es el árbol de cedro, por ejemplo, pues cuando despide olor es señal de que al día siguiente lloverá.
“Creo que de los años 80 para acá el 60% de los parcelarios han dejado este oficio”, dijo.
Recordó que la CNC, en 1980, lo integraban más de 80 mil personas, donde una gran cantidad se dedicaban al cultivo del henequén, actualmente sólo cuentan con 28 mil campesinos.
“La mayoría se fue a Estados Unidos o a trabajar a Quintana Roo”, manifestó.
Por último, dijo que el ritual contará con atole. “Queremos que la gente lo mantenga vivo, además de que se realiza con recursos propios”, finalizó.
Texto: Darwin Ail
Fotos: E. Cruz/ Cortesía