Don Juan José Abraham Achach recuerda a su papá, quien le enseña a amar a Yucatán, por ser la tierra que acoge a sus antepasados.
No es un secreto que la familia Abraham fundó su progreso económico en el comercio, pero también dieron de su tiempo y dinero para procurar el desarrollo de Yucatán, por ser la tierra que acogió a los inmigrantes libaneses del siglo pasado, entre los que estaban sus padres y abuelos.
En el marco del Día de Padre, Peninsular Punto Medio charló con Juan José Abraham Achach, digno sucesor como nieto de don Massad Abraham Elías y su esposa Salima Dáguer Simón, quienes llegaron del Líbano y se instalaron en Halachó.
De acuerdo con el señor Juan José, su padre Salim Abraham Dáguer fue el tercero de siete hermanos, entre los que destacan Asís y William, quienes fundaron lo que hoy es el Grupo Abraham.
Por su parte, aunque compartió algunos negocios con sus hermanos, principalmente en bienes raíces, don Salim se dedicó también a las importaciones en general, pero mayoritariamente de vinos y licores, así como en la distribución y venta de la Cervecería Yucateca.
También fundó o fue socio en otros negocios, como la Comercializados de Vinos (Covi), que hasta ahora está en manos de sus hijos, la distribución de la Cervecería Yucateca, Importaciones Comerciales en Cancún, Guayaberas Cancún y Grupo Maz (Super Maz), en donde hizo mancuerna con Juan José, quien estaba asociado con los empresarios Nicolás Madahuar, Gustavo Ricalde y José Gabriel López.
Otro negocio de don Salim fue la Inmobiliaria del Sureste, la casa matriz de varios negocios relativos a la compra, venta y renta de inmuebles en el Sureste de México.
“Mi papá nos enseñó a amar a esta tierra, primero porque acogió a sus padres cuando llegaron como inmigrantes del Líbano, pero también porque aquí pudieron progresar en sus negocios. Entonces, él nos enseñó a compartir y participar en actividades que, aunque no tuviera beneficio económico, sí sirvieran para contribuir al desarrollo de la comunidad y el estado”, aseguró Abraham Achach.
Don Salim falleció a los 73 años, el 17 de abril de 1999, pero su legado, al igual que sus hermanos, se mantiene con el paso de los años, pues llevó a la práctica su filosofía: trabajar, invertir en la comunidad y promover la unidad de la familia.
Texto: Esteban Cruz Obando
Foto: Cortesía