Segunda Plana

OPORTUNAS Y valiosas fueron las exhortaciones que rubricaron el Viacrucis de Pacabtún, donde miles de feligreses escucharon, como parte del mensaje para explicar el significado del sacrificio al que voluntariamente se sometió el Mesías, un llamado a que no vendan su voto en las elecciones que se realizarán el 1 de julio, sino al contrario, escuchen las propuestas que hagan los candidatos y elijan lo mejor posible a quienes serán sus siguientes autoridades. Cada domingo las parroquias bajo la jurisdicción de la arquidiócesis que encabeza el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega unifican su homilía en un mensaje, una idea o un llamado que en todos los casos busca el beneficio de los yucatecos, tanto en el plano espiritual como en el material y social; por eso creemos que la alusión al actual proceso electoral, cuyas campañas formales empezaron precisamente ayer Viernes Santo, no es fruto de la casualidad, sino parte de la tarea cotidiana y de mediano y largo plazos que la Iglesia local lleva al cabo a semejanza del esfuerzo internacional que encabeza el Papa Francisco.

LA COLUMNA SE pone consecuente con el ánimo religioso-espiritual que permea en estos días, y se permite comentar los cambios que no siempre para bien, en nuestra opinión –respetamos las de todos, desde luego–, se registran en las costumbres del pueblo yucateco. Cada uno de los ritos de la Semana Mayor posee un profundo simbolismo, que es necesario buscar para entenderlo en vez de quedarse en la superficie de las celebraciones. Tomemos por ejemplo la ceremonia del Lavatorio de pies, que busca subrayar la bendición que significa tener la capacidad de servir de cualquier manera a nuestros semejantes: es una vía para la superación personal y espiritual que cada vez entienden y aceptan menos las nuevas generaciones, y ese menosprecio por el servicio, la caridad y el amor al prójimo es uno de los factores que propician el establecimiento de sociedades llenas de violencia, de corrupción e impunidad, porque deja de importarnos lo que pase con los demás y vemos solamente por lo que nos beneficie directamente. Han pasado casi 2 mil 20 años y el mensaje del Sacrificado todavía no se entiende…

Por Gínder Peraza

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