LA NOTICIA que más espacio ocupó ayer en los medios de comunicación fue sin duda la presentación del Nuevo Modelo Educativo, que estuvo a cargo del presidente Enrique Peña Nieto con el apoyo de su secretario de Educación, Aurelio Nuño Mayer, y el tema seguramente seguirá en los primeros planos en los siguientes días. Ese despliegue informativo no es casualidad, porque la educación, como ya han dicho muchas personas de todas las clases y de todos los niveles, debe ser la llave que le abra a México la puerta hacia nuevos niveles de desarrollo mediante la formación de mexicanos más capacitados y con personalidad más apta para triunfar en un mundo de cambios acelerados. Todo esto está bien, pero no se pueden ocultar las inquietudes y el recelo que surgieron una vez más ante el anuncio de un cambio en la forma de educar.
COMO CORRESPONDE al mayor impulsor de esta modificación educativa, el presidente Peña Nieto afirmó que “no haber impulsado la transformación educativa, conociendo los problemas, hubiese sido irresponsable, vergonzoso e inmoral”. Nuño Mayer no se quedó atrás, ponderando cada una de las bondades que según su óptica tiene o tendrá el Nuevo Modelo Educativo. Y otro que habló a favor fue el presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) y gobernador de Morelos, el perredista Graco Ramírez Garrido-Abreu, quien dijo que “sin la reforma educativa nos hubiéramos condenado a quedar rezagados y perder la oportunidad de convertirnos en una nación en pleno desarrollo”. En el otro extremo el diputado perredista Francisco Martínez expresó que el anuncio del nuevo modelo le da “la impresión de que no tenemos las posibilidades económicas para poder avanzar en la instrumentación” del flamante esquema. Sopesando ésas y otras opiniones, desde aquí nos parece que el verdadero riesgo es que, una vez más, el gobierno federal esté llevando al cabo la implantación de un programa o proyecto sin escuchar antes a todas las partes involucradas. Hasta ahora la información que ha fluido sobre el cambio educativo parece provenir de un gobierno que sólo se escucha a sí mismo.
TAMBIÉN EN YUCATÁN, desde luego, surgen voces para opinar sobre el anuncio de la SEP, como informamos en esta edición. Así, los diputados y profesores Marbellino Ángel Burgos Narváez y Jesús Adrián Quintal Ic consideraron que este cambio o reforma trae buenas cosas para, por ejemplo, la enseñanza de los niños de educación básica, pero enfatizaron la necesidad de dotar a los profesores con más herramientas a fin de que hagan mejor su trabajo. A su vez el representante de la Coordinadora de la Educación, Pedro Quijano Uc, afirmó que el nuevo modelo fue presentado “con bombo y platillos, casi casi como si hubieran descubierto el hilo negro, cuando no lo es”, e incluso señaló que la impartición de las materias de inglés y computación, que se presenta ahora como una novedad, en realidad ya se aplica desde 2011, lo que evidencia entonces en las autoridades federales “un desconocimiento de lo que es al momento la educación”. Dada la gran importancia de ésta, tenemos que cruzar los dedos para que las proyecciones de las autoridades federales sean correctas, y que los primeros involucrados en la aplicación del cambio, o sea, los profesores, aporten el gran esfuerzo docente que será necesario para cristalizar lo que ahora son sólo pronunciamientos y excelentes deseos.
EN UNA VORÁGINE están inmersas las principales figuras del PAN yucateco, y nada bueno parece perfilarse de esa situación. Para llevar agua a su molino y agudizar la crispación interna en ese partido, ayer el único exgobernador panista de esta entidad, Patricio Patrón Laviada, y otras figuras blanquiazules afines insistieron en su exigencia de que se investigue hasta las últimas consecuencias al presidente estatal panista, Raúl Paz Alonso, y a otros correligionarios más. La consecuencia más fuerte de estos dimes y diretes en torno a la presunta corrupción de algunos panistas tentados por los “moches” sería la desintegración de la dirigencia estatal. Lo paradójico –lo chistoso, diría algún yucateco de la vieja guardia– de este asunto es que tirios y troyanos reconocen que con sus posiciones de enfrentamiento le están haciendo mucho daño a su partido, pero no por eso dejan de insistir en sus señalamientos.