SEGUNDA PLANA – PUNTO MEDIO

LAS CIFRAS DE la más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, sobre las cuales le informamos en nuestra portada y en la página 3 de esta edición, deberían hacer que se nos caiga la cara de vergüenza a los yucatecos, pues dan cuenta de la forma agresiva en que se trata a las mujeres en nuestro estado. Entre otros datos, se consigna que el 86.7% de las mujeres de 15 años y más que están casadas o unidas a un hombre sufrieron agresiones de sus parejas, pero lo peor es que esas víctimas no se atreven en la gran mayoría de los casos a denunciar. Nos parece, como a muchos, que la falta de denuncia se debe a que las mujeres no confían en el aparato de justicia, que con frecuencia tarda en emitir resoluciones a favor de ellas, además de que también corren el riesgo de ser exhibidas o nuevamente victimizadas. Son frecuentes los casos de mujeres que dan decenas de vueltas a las instancias judiciales sólo para tratar de cobrar una pensión alimentaria. La desesperanza que viven estas mujeres contrasta marcadamente con los discursos triunfalistas oficiales.

PERO MÁS QUE las autoridades, quienes podrían –y deberían– poner freno total y definitivo a la agresión contra las mujeres son precisamente los hombres, cuando entiendan que ellas son nuestra responsabilidad, es decir, que nosotros tenemos, o debemos tener, la encomienda de protegerlas siempre, de cuidarlas y proporcionarles todo lo que necesiten si son nuestras parejas. Desgraciadamente, y en gran parte por la serie de antivalores que promueve la sociedad de hoy, el hombre ya no ve como una de sus prioridades la protección de mujeres y niños, y muchas mujeres se han convencido de que la única forma de protegerse ellas mismas es preparándose para agredirlos a ellos. El resultado es una sociedad en la que se confrontan los dos sexos, en lugar de trabajar hombro con hombro y educar a los niños para que entiendan desde la más pequeña edad que todos merecemos respeto y realizarnos como personas. La violencia y la agresión sólo destruyen nuestro presente y nuestro futuro.

HERMOSAS VISTAS, casi idílicas, con espejos de agua, árboles y arbustos verdes y aves migratorias por aquí y por allá, era lo que ofrecía en junio de 2013, cuando entró en servicio, el Parque Ecológico Kai Lu Um (“El canto de la Tierra” en maya) gracias a una inversión de 6.5 mdp que ejerció la Coordinación Metropolitana de Yucatán. Casi 4 años después el parque está en el abandono, con buena parte de sus instalaciones ya destruidas, como le detallamos en nuestra edición del sábado 6. Con ese parque ocurrió lo mismo que sucede a menudo con otras obras que un alcalde hereda de otro, y que a menudo son abandonadas porque no le gustan al nuevo funcionario, o no le reportan ningún “beneficio”. Nos gustaría sugerir que haya un consejo o cualquier otro tipo de órgano o institución, que tenga capacidad para vigilar las obras que se construyen para todos los meridanos, de manera que ninguna se abandone o se desperdicie, sino que se utilicen para tantas actividades familiares que nos hacen falta actualmente, en una omisión que luego se traduce en delincuencia, cinismo, violencia e impunidad. Claro que más que cuidar obras heredadas lo mejor sería construir otras nuevas, porque si no ¿cómo hacerse de un buen “moche”?

EN REDES SOCIALES apareció una pregunta relacionada con la reciente inauguración, anteayer martes, de la nueva planta del Grupo Modelo en el municipio de Hunucmá. Algún curioso preguntó: ¿Por qué no les mostraron a los distinguidos visitantes de los tres niveles de gobierno la operación en vivo de las líneas de producción, o presumieron delante de ellos el área del mosto, es decir, donde empieza el proceso para producir la cerveza? Es más, personas que asistieron a la inauguración afirman que las latas de cerveza que formaban parte de la decoración para el evento y que bien estibadas se alzaban como paredes del piso al techo ¡estaban vacías! Seguramente que esos dichos son meras especulaciones, chismes de gente que tiene mucho tiempo libre, y en poco tiempo veremos a la planta produciendo bebidas alcohólicas a todo vapor, y con ello cumpliendo su promesa de crear cientos de empleos directos e indirectos. Que no panda el cúnico, como decía el admirado Chapulín Colorado.

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