Ángel Canul Escalante
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Hace unos días una persona que recientemente se volvió un amigo mío me hablaba sobre una de sus relaciones pasadas. En aquella relación, me contaba, cómo se daba un especial vínculo con aquella chica. Lo cierto es que durante aquella plática surgió una particularidad, a saber, la joven tenía un sutil don un cierto extraño en la actualidad: la capacidad de escuchar.
Hoy en día, debido al excesivo narcisismo que se propaga dentro de todos los ámbitos de la vida, escuchar al otro se vuelve una experiencia anómala.
Escuchar también es un ejercicio dialéctico y de reconocimiento al otro. Si uno es en tanto establece un vínculo con el otro, en una sociedad donde la escucha escasea cada vez nos quedamos sin identidad. Hoy por no escuchar ni mirar al otro todo apunta que cada quien se mira más y más a sí mismo.
No estamos tan lejos de aquella sociedad hiperindividualizada con la que los ideólogos del neoliberalismo soñaron.
Como deseaba Margaret Thatcher, ya no existe la sociedad, solo los individuos.
Hoy debemos resistír a la tendencia del narcisismo exacerbado, puntualizar la necesidad de relacionarse con el otro es imperativo dado que no existimos sin los demás. Una sociedad individualizada solo beneficia a los intereses del capitalismo que sigue explotando a la gran mayoría por igual.
Miremos y escuchemos al otro, en tanto reconocemos al otro podemos seguir siendo parte de una alternativa.
