Shakira VS J.LO

Por: Carol Santana Franco

El domingo pasado, Shakira y Jennifer Lopez causaron revuelo en las redes sociales gracias a su presentación en el show del medio tiempo del Super Bowl.

Sin embargo, la destreza que ambas demostraron no fue suficiente para la audiencia, la cual hizo de la presentación toda una competencia.

Que si J.Lo arrastró a Shakira o que si Shakira si tiene talento y aptitudes musicales, una parte de la sociedad se empeñó en poner a competir a esas dos mujeres para ver quién fue mejor.

Para las mujeres esto no es extraño, de hecho la competencia entre mujeres es algo con lo que hemos aprendido a socializar, y más cuando hablamos del mundo de la música en donde parece que sólo puede haber un lugar por el cual todas tienen que pelear.

En su último documental, “Miss Americana”, la cantante Taylor Swift abordó la presión que sufren las mujeres artistas por tener que reinventarse una y otra vez cada determinado tiempo para tratar de ser “relevantes”. Cosa que no se les exige a otros cantantes ni bandas.

De acuerdo a Swift, las mujeres en la industria musical tienen que probar que merecen estar ahí, y aún cuando hayan generado millones, siempre serán las principales atacadas por la prensa, ya sea por su cuerpo, su forma de vestir o en su caso, cuantos novios y cuántas rupturas han tenido.

Y aunque muchas veces puede parecer que el peor enemigo de una mujer es otra mujer que la critica, la realidad es que esto es producto de los inalcanzables estándares que las mujeres tienen que cumplir y que por obvias razones no sucede.

Y esto no sólo se ve reflejado en el mundo de la música. La industria del cine también ha sido muy criticada por no querer premiar a directoras y creadoras de producciones hechas por y para mujeres, aún cuando sean aclamadas por la crítica y las audiencias.

La competencia entre mujeres a la que estamos sometidas no es una barrera fácil de romper, lleva años y puede darnos muchísismo trabajo porque implica entender que no necesitamos competir entre nosotras para poder brillar y tener un lugar en la mesa.

Al final, el peor enemigo de una mujer es en realidad el patriarcado y todas esas instituciones que nos hacen creer que sólo una de nosotras merece ser reconocida y aplaudida.

Así como todos esos estándares que nos impiden poder admirarnos por nuestras destrezas y nos exigen que nos vistamos o comportemos de cierta forma para complacer a otros mientras nos limitan a nosotras.

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