Por René Emir Buenfil
Ante la nueva realidad que estamos viviendo en plena pandemia con las peores cifras de contagios y muertes por COVID-19 hasta ahora en Yucatán y México, existen personas que han pasado demasiado tiempo en cuarentena confinadas en sus casas, con niveles de estrés y ansiedad elevados, sobre todo quienes son población de alto riesgo, que pueden sentir miedo de salir a la calle, lo cual es lógico debido a que aún existe un peligro real de contagiarse, pero hay ocasiones en que este miedo es tan grande que se transforma en pánico y aparece el “síndrome de la cabaña”, término que surge en Canadá cuando las personas quedan encerradas en sus hogares por largo tiempo debido a las fuertes nevadas que ahí ocurren, y cuando por fin el clima mejora y pueden salir, les asusta la idea de volver al exterior.
Muchas personas en nuestras familias están desarrollando o van a desarrollar este síndrome, por eso es urgente darle la importancia debida a estos problemas de salud mental, que no son motivo de burla, y tampoco hay que minimizarlos, diciéndoles a las personas que exageran o que no pasa nada, cuando sus síntomas son reales y su miedo también.
Primero que nada, vamos a propiciar que las personas que estén pasando por esto se sientan en confianza de decirlo, y una vez que sospeches que algún familiar o amigo(a) pudiera estar en esta situación, quizá sea útil que vaya preparándose para ir saliendo poco a poco, tal vez primero tendrá que salir al patio o a la entrada de la casa y ese sea el primer paso, entendiendo que es probable que necesite más tiempo que las demás personas para atreverse a ir al supermercado o a la farmacia, y acompañarles en estas salidas y ser comprensivos(as), pues es probable que sea una experiencia aterradora, pero depende mucho de nuestra reacción como acompañantes, de darles el ánimo y la motivación para que vayan perdiendo el miedo paulatinamente.
También es útil respetar si hay lugares específicos para los que todavía no están preparados(as) para ir, y saber que eso no quiere decir que jamás lo estarán, y estar conscientes que si les empujamos a ir a un lugar que les produzca mucho miedo, o no nos dicen nada por pena y terminan yendo, pudieran tener una ataque de pánico, esto es sentir que no pueden respirar, aumento de la presión arterial y sudoración.
En psicoterapia trabajamos en el objetivo de ir entendiendo las raíces de estos miedos tan grandes, entender cómo fueron perdiendo la seguridad en sí mismos(as) sin darse cuenta hasta llegar a este punto, y en superar esta etapa dominada por los pensamientos catastróficos, extremistas y pesimistas.
Es motivo de alegría ver cómo las personas en terapia se empoderan y salen adelante después de periodos de ansiedad y angustia extremas, pues con cada paso van ganando inteligencia emocional, claridad mental y paz interior.
Recordando las palabras del célebre psicólogo estadounidense William James: “la mejor arma contra el estrés es la habilidad para elegir un pensamiento sobre otro”.




