Ángel Canul Escalante
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En tiempos recientes se habla mucho de la falta de estabilidad en todos los ámbitos de la vida. Desde la cuestión laboral hasta la sentimental. El sociólogo polaco Zygmund Bauman se refería a ese fenómeno como modernidad líquida. La vida, así como cualquier líquido, carece de forma y la capacidad de mantenerse estable. Dicho fenómeno repercute a un nivel ya inconsciente. La frustración que vive cada persona se ha vuelto normal, al grado que es percibida como natural, casi inevitable.
Vivimos en la era del realismo capitalista. Creemos imposible que exista y se establezca un nuevo modelo económico y aquello se introduce cual virus en nuestras mentes con el fin de no tener esperanza alguna por el futuros y sobre todo para no intentar hacer algo al respecto.
Haré tantos llamados como sea necesario para que no nos dejemos abatir por tal impotencia reflexiva. El gran triunfo del capitalismo se da cuando nos convence que no existe alternativa.
Sin duda, el modelo del mañana debe estar pensado en la colaboración y armonía con lo otro y los otros.
Lo que sí es incompatible con nuestra naturaleza es el hiperindividualismo. No podemos sobrevivir sin los otros, por ello es imperativo que dejemos de cegarnos con aquella ideología que nos deprime y nos enferma. Un mundo nuevo y mejor es posible, lo importante es no dejar de creer que es posible y adoptar la responsabilidad de hacerlo posible.