Sobreviven los clubes de lectura

De acuerdo al Inegi, en 2023 se tiene el porcentaje más bajo de lectores en los últimos siete años; este año, 68.5% de la población de 18 años y más se considera lectora. Ante ello, mediadoras de salas de lectura aportan su granito de arena en comunidades al reunirse con niños y niñas en edad escolar para fomentar la lectura

Cada 12 de noviembre se celebra en México el Día Nacional del Libro, instituido por decreto presidencial en 1979, en el marco del nacimiento de la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (1651), defensora al derecho de leer, figura entregada a los libros y el fervor por el saber.

El libro es considerado un instrumento de transmisión cultural en la historia de la humanidad, que aún incluso con las nuevas tecnologías, sigue siendo una herramienta fundamental para el desarrollo de cualquier persona o sociedad.

La lectura no sólo proporciona información sobre determinados tópicos, es un instrumento primordial del crecimiento y progreso de las poblaciones, pues a través de ella se educa a los ciudadanos, se crean hábitos de reflexión, análisis, esfuerzo, concentración, se recrea, entretiene y se fomentan valores.

Sin embargo, es una triste realidad que por diversas razones, en la actualidad cada vez es menor la población que tiene el hábito de la lectura, y al respecto es importante tener en cuenta que de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en este 2023 menos personas adultas dedican tiempo a la lectura, siendo que el 68.5% de la población de 18 años y más se considera lectora, el porcentaje más bajo de los últimos siete años.

Lamentablemente, parte de la problemática son las políticas en materia de educación que en los últimos años permitieron que alumnos que no saben leer pasen de grado y lleguen a cuarto o quinto año, además de que por el tema económico no es fácil adquirir un libro como ocurría en el pasado.

Por estas razones, toma mucha importancia el papel que –de manera voluntaria y hasta aportando recursos propios– realizan las mediadoras de las salas de lectura, quienes con el deseo de aportar su granito de arena a sus comunidades, dos veces a la semana, se reúnen con niños y niñas en edad escolar para compartir una lectura o realizar alguna actividad alusiva al tema en cuestión.

El equipo de Peninsular Punto Medio, en vísperas del Día del Libro, visitó en la comisaría de Ticopó, en el municipio de Acanceh, a la señora Rosalba Beatriz Viana Cool, quien habilitó la sala de su domicilio para instalar la Sala de Lectura Koox Xook, (vamos a leer, en maya), donde cada lunes y viernes contenta recibe a 25 pequeños de la comunidad.

“Soy mediadora de esta sala de lectura, que es una de las 130 que funcionan en todo el estado como parte del programa nacional que funciona en coordinación de la Sedeculta”, explicó la entrevistada, quien lleva 11 años en esta hermosa labor.

“Yo participé en un grupo de teatro, que presentó una obra con temática ecológica, tomaba cursos en la Escuela Superior de Artes de Yucatán y mi maestra, Rita Castro, quien fue directora de Bellas Artes, me comentó de la existencia de las salas de lectura y me invitó a inscribirme”, dijo la también Licenciada en Administración, quien para profesionalizarse en este rubro ha tomado varios cursos tanto de manera presencial como en línea.

“El objetivo es que los niños lean, porque en las escuelas generalmente no tienen lectura, el programa nacional nos da los libros, pero nosotros como mediadores no tenemos sueldo, pero sí la gran satisfacción de ver cómo los niños toman consciencia de que los conocimientos que los libros nos dan, depende tener un futuro mejor”, comenta la señora Viana, quien destaca que a lo largo de los años ha tenido la satisfacción de haber tenido bajo su guía y atención a niños y niñas de esta localidad que en la actualidad son profesionistas, entre ellos dos de sus sobrinos, uno médico y otro ingeniero.

MENOS LECTORES POR CRISIS Y POCO APOYO A CLUBES DE LECTURA

La crisis económica que ha ocasionado la pandemia propicia que las personas tengan menos dinero para comprar libros, y también se ha reducido el presupuesto para las salas y clubes de lectura, por lo que esto propicia que cada vez sea más complicado formar lectores.

Al respecto, la fundadora de un club de lectura y del taller literario “Café con Piquete”, la maestra Melba Alfaro, recordó que en 2003 se destinaba un millón de pesos a este programa y fue así que se formaron numerosas salas de lecturas, pero ahora desconoce el recurso que para este fin destine la Sedeculta (Secretaría de la Cultura y las Artes).

Alfaro Gómez indicó que está consciente que los recursos no alcancen, por lo que los coordinadores de las salas de lectura terminen poniendo de su bolsa, pero considera que deben recibir reconocimientos, darles más libros, darles vales de gasolina, entre otros.

La maestra tuvo una sala de lectura en una comisaría de Motul, donde solo para ir se gasta mil pesos en gasolina, ya que va en una camioneta. En este sentido, recordó que en el 2003, durante la gestión del panista Patricio Patrón Laviada, en el programa de salas de lectura les entregaban 100 libros a los coordinadores y, posteriormente, les daban 25 o 30 para que los asistentes sigan leyendo.

“Es cierto que todo ha subido, antes con los vales de despensa que me daban, ya que soy maestra jubilada, hacía el supermercado y es para comprar lo esencial: leche, papel sanitario, y ahora ya no me alcanza con los vales”, explicó.

Desconoce el tiempo que tiene que pasar una persona para que pueda adquirir el hábito de lectura, pero en las salas hay muchas posibilidades de alcanzarlo, pues hay personas que se acostumbran a leer libros.

En el ejercicio hay expertos que apuntan que entre ocho y nueve semanas es el tiempo que le lleva al cuerpo y mente crear hábitos nuevos, pero hay quienes logran hacerlo por un año, luego se toman el tiempo acostumbrado de descanso y ya no regresan. Este se comenzará a lograr cuando una persona que no acostumbra a ir a la biblioteca comienza a realizarlo y compra libros.

“La semilla que se esparció comienza a dar resultados, es muy motivador que uno va al club o al taller con preocupaciones y en ese lugar cuando se realizan las lecturas de los trabajos te garantizo que por arte de magia se olvidan”, indicó.

Dijo que también es importante la labor de los papás, ya que si estos son lectores hay muchas posibilidades que los hijos lo sean.

Respecto al número de personas que han estado en su club de lectura y ahora taller literario llamado Café con Piquete, explicó que nunca llevó la estadística, pero sería bueno que los actuales coordinadores lleven estos datos.

“Soy maestra y he dado clases en diferentes escuelas a alrededor de 18 mil alumnos, actualmente estoy jubilada, pero en el club y el taller nunca llevé un registro. Lo que sí te puedo decir es que he dado talleres para grupos de hasta 600 maestros y un buen número terminan fascinados y logran involucrarse más en la lectura, mientras que en el taller son grupos más pequeños de hasta de 15 personas; ¡te imaginas leer los trabajos que son en ocasiones de más de una decena de cuartillas y todos en una sesión sería maratónico!”, explicó.

Texto y foto: 

Manuel Pool y Darwin Ail