La fagofobia es un trastorno psicológico que tiene cura
Sentarse a la mesa y disfrutar de la comida debería ser un placer para la gran mayoría de la población. Agarrar los cubiertos, dar un bocado, masticar, saborear el alimento y tragar es una sucesión de acciones que realizamos casi de forma inconsciente y sin apenas darle importancia, pero existen personas para las que el simple hecho de ponerse delante de un plato, beber un vaso de agua, o intentar tomar un tentempié, resulta un auténtico suplicio porque el miedo a atragantarse durante ese acto se convierte en pánico y les impide comer con normalidad.
Esta situación, que a priori puede resultar disparatada, tiene nombre propio. Se trata de la fagofobia, “un desorden psicológico que se enmarca dentro de los trastornos de la ansiedad y que provoca la fobia a comer por el temor irracional a atragantarse durante ese acto, aunque el pánico puede llegar incluso a tener miedo a ahogarse simplemente por tragar saliva”, explica Cristina Wood, doctora en Psicología, investigadora de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en trastornos de la ansiedad y el estrés en el Centro Área Humana de Madrid.
TRATAMIENTO.
La fagofobia es un trastorno psicológico que tiene cura. Según la evidencia científica, el abordaje más exitoso ha sido mayoritariamente psicológico, es decir, con un tratamiento cognitivo-conductual en el 73.17% de los casos
publicados, bien solo (53.6%), o combinado con fármacos (19.5%).
“Este trastorno, a priori, no se cura con antidepresivos o ansiolíticos, porque la medicación no te enseña a cambiar tu forma de pensar”, asegura Cristina Wood, quien explica que “lo que hay que hacer es una reestructuración cognitiva, a través de un tratamiento cognitivo-conductual, ya que con eso el paciente se da cuenta de que esos pensamientos son irracionales. Así, con la terapia empieza a ser consciente de que no hay argumentos sólidos para tener miedo a enfrentarse a eso que tanto teme, y poco a poco afronta el reto de comer de forma normal, comenzando con alimentos cada vez más grandes de manera progresiva, y sintiendo que tiene más control de la situación, comprobando por sí mismo que no pasa nada, y aprendiendo a restarle importancia al acto de ingerir alimentos”.
Tal y como explica la psicóloga, existen dos sesgos claves a la hora de tratar a pacientes con fagofobia: el sesgo de atención y el sesgo de interpretación.
“Ambos son básicos para que el paciente entienda y modifique el problema. El primero de ellos dice que la persona con fagofobia presta más atención a lo que le da miedo, es decir, está pensando todo el rato en el acto de tragar y anticipa el peligro antes incluso de que ocurra, lo que le produce ansiedad. Por otro lado, al interpretar ese pensamiento, entra en juego el segundo sesgo, ya que la interpretación siempre es negativa, pues lo ve como algo amenazante, pensando que se va a atragantar. Esa forma catastrófica de interpretarlo multiplica la ansiedad y el miedo, y ante eso la persona deja de comer”.
Los expertos afirman que la fagofobia tiene una cura relativamente sencilla, siempre y cuando el paciente se ponga en manos de profesionales, ya que tratar de resolver este problema por sí solo puede resultar más complicado.
“Según mi experiencia clínica he podido comprobar que se cura en pocas sesiones, unas ocho de media, porque la persona se da cuenta de que son sus pensamientos los que le generan ansiedad, y en realidad no hay nada físico que le impida tragar. Al identificar dichos pensamientos negativos y sustituirlos por otros más racionales, la ansiedad disminuye”, confirma Wood.
Para lograr ese cambio de chip en el cerebro de los afectados, los expertos enseñan al paciente métodos para aprender a distraerse mientras se come, a relajarse con respiración abdominal, y hacer meditación.
Texto y foto: Agencias
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Muchas gracias por la información, me sera de gran utilidad…