Somos olímpicas

Mary Carmen Rosado Mota

@mary_rosmot

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Esta semana entraremos oficialmente al conteo regresivo que nos indica que falta menos de un mes para que París 2024 sea una realidad y, como agua entre los dedos, se nos ira día con día la espera para poder ver de nuevo encendido el pebetero en lo que ya se anticipa sea la ceremonia de inauguración más espectacular en la historia de esta justa veraniega. Después de todo, los Juegos han vuelto a París y esta no es cualquier ciudad sede.

Entre los principios que enmarcan el movimiento olímpico se encuentra la “no discriminación”, como recordatorio de lucha para que el deporte sea practicado sin ningún tipo de discriminación. Además de la excelencia, amistad y respeto, valores bajo los cuales se rigen todos aquellos relacionados con el olimpismo. Sin embargo, para nadie es novedad la falta de equidad que hay en el deporte, en cualquiera de sus niveles, incluidos los Juegos Olímpicos.

Fue en París 1900 la primera vez que se tuvo presencia de mujeres en las competencias olímpicas con un total de 22 participantes, representando a penas el 2% del total de asistentes, y no fue hasta Londres 2012 cuando se incorporó el boxeo femenino a la competencia que, por primera vez, practicamente todos los países tuvieron por lo menos una atleta mujer entre sus delegaciones. Aun así todavía nos encontramos con terreno pendiente por trabajar, a penas los juegos olímpicos pasados, celebrados en el 2021, que el presidente del comité organizador de Tokio anunció su renuncia a pocos meses de la inauguración después de una serie de comentarios sumamente inapropiados y que poco tienen que ver con los valores que persigue la justa deportiva que estaba organizando.

El propio Comité Olímpico Internacional ha estimado que será en París 2024 cuando se logre la equidad en el número de atletas hombres y mujeres que competirán, cifras que todavía tendremos que esperar a que se cumplan y observar las condiciones en las que se den. Pero también hay que tener presente que el deporte no está limitado únicamente a su práctica, debemos destacar el avance que han logrado las mujeres como atletas, pero también velar por las juezas y arbitras, las entrenadoras y las directivas.

Las mujeres igual tenemos la capacidad de tomar decisiones, de organizar eventos internacionales y de trabajar en equipo en beneficio del deporte, por eso es tan necesario que este tipo de mega eventos deportivos esten respaldados por países que realmente se comprometan con garantizar que todas las personas puedan acceder al deporte, a impulsar políticas públicas que contemplen a las mujeres y su realización dentro de esta industria pero de igual forma en otras esferas de la vida social.

Y ahora sí que inicie el conteo, marquen sus calendarios y estén muy pendientes porque los Juegos Olímpicos no son cualquier torneo, ni son cualquier organización deportiva, son la máxima justa a la que aspiran hombres y mujeres que sueñan con el deporte, una justa que nos recuerda que las mujeres también somos olímpicas.