Un derrame cerebral es la marca del antes y el después de la vida de Fernando, quien gracias al amor de sus padres y hermanos ha salido adelante
La unidad es la fortaleza de esta familia que ha pasado momentos muy difíciles y que afortunadamente ha logrado superar. Con mucho orgullo, el comunicador y publirrelacionista Fernando Coronado Tamayo, quien platica acerca de su familia, que tiene su origen por el lado paterno en Uayma, una población ubicada en el Oriente del estado, muy cerca de Valladolid, mientras que su madre, Laiger Tamayo Patrón es originaria del puerto de Progreso.
En la memoria de Fernando, están frescos aún esos momentos de infancia en los que junto a sus tres hermanos, Jorge, Roberto y Eduardo, (los dos primeros mayores y el último menor), disfrutaba de los juegos y correteos, y aunque no tenían recursos en abundancia, si tenían lo necesario para ser felices.
“Mi papá, Jorge Fernando Coronado Herrera, trabajó muchos años como instructor de ventas, en conocida empresa de panificación, la del osito, así es que en casa no faltaban sus productos”, explica nuestro entrevistado, quien recordó como un día, su papá sintió el llamado del Señor y se acercó a recibir la preparación para servir en la Iglesia como Diácono permanente.
“Esto fue muy importante en mi vida”, explica Fernando, ya que cuando sufrió un derrame cerebral, nunca fue cuestionado respecto a las razones por las que le ocurrió este accidente a tan corta edad, “por el contrario, él estuvo a mi lado, escuchándome y ayudándome a entender que lo que pasó tenía que ser una enseñanza de vida”, apuntó.
Jorge Fernando presta su servicio en la iglesia de Santo Domingo Sabio, ubicada por el rumbo de la colonia Sarmiento, donde todos los domingos por la tarde oficia misa, y al respecto Fernando aclara que lo único que un diácono no puede realizar es consagrar.
En la actualidad con mucho empeño y con muchas terapias de rehabilitación, Fernando lleva una vida de cierto manera normal, pues junto con su hermano Roberto, montaron una empresa de relaciones públicas, que poco a poco ha crecido y que tiene mucho porvenir.
“Creo que traemos el ADN para este trabajo, porque mi papá era el instructor de ventas y muchas veces tuvimos la oportunidad de ver como trataba a la gente, mientras que mi mamá al igual que mi tía Evelyn, son maestras de primaria y preescolar, mientras que su papá, mi abuelito Germán Tamayo es ingeniero y muchos años dio clases en el Instituto Tecnológico de Mérida”, destaca Fernando; que por cierto, su abuelito, prácticamente vive con ellos, y que fue muy conocido por el rumbo de Wallis, porque al jubilarse, abrió una tienda llamada “El Walixito”.
“En la parte posterior del terreno de su casa, se construyó la de nosotros, así es que solo nos separa un pasillo”, comenta el buen Fernando.
Antes de concluir, Fernando destaca el sazón que tiene su mamá, y que aprecia mucho, especialmente cuando lo consciente preparando su platillo preferido: el pan de cazón o cuando cocina en noviembre sus ya famosos pibes rellenos con queso de bola son, que son los más gustados hasta por los más pequeñitos de la familia Nicolás, Emilio y Loreta, hijos de Eduardo.
Texto y fotos: Manuel Pool / Cortesía