Su culpa

Armando Escalante
Periodista y analista político

El despido en forma de renuncia de Tatiana Clouthier —la hija menos lista de Maquío engañada por un lobo con piel de oveja—, confirmó por cuarta, quinta o sexta ocasión, que para el presidente los cargos no son importantes y que quienes los ocupan pueden o no estar. Da igual. Es más, ni siquiera necesitan trabajar, ya no digamos saber del tema de su competencia. 

La tal Tatiana se fue por todo lo que se dice de ella en muchos medios: “que se cansó de no poder trabajar”, “de no ser tomada en cuenta” y por “no existir para el presidente” en temas que eran de su competencia. Pero también se fue porque ni falta hace que esté, ni ella ni ninguno.

Los más ilusos como su propio hermano creen que se fue por congruencia, al “no estar de acuerdo con que el país deje ya todo en manos de militares” que lo único que no hacen es combatir al narco. No hay más que muertos por doquier y los soldados talando árboles, rellenando cenotes, abriendo brecha en el monte. Ah y sus jefes mandando regalos caros —corbatas, relojes y vinos— con nuestros impuestos como ya se supo gracias a que amlo no permitió que se invierta en ciberseguridad y que, por el contrario, ordenó que el dinero que se usaría en ese rubro, se destine a sus fieles seguidores, esos que le aplauden a rabiar. Por eso se le pudo hackear.

Y con la complicidad de sus seguidores, el país ya está hecho un desastre: salvo contados estados, como Yucatán, toda la pradera está que arde; las masacres, los asesinatos, secuestros y extorsiones, son ya el hecho común en el país.

Quienes siguen con fidelidad a amlo ignoran que por la permisividad de su líder y por culpa de esa consigna que él dio al Ejército de no perseguir a los criminales para que no se metan con él —se llaman valores entendidos—, el traslado de mercancías, bienes y servicios se ha encarecido o suspendido. Los narcoterritorios, o sea las localidades tomadas por los traficantes de drogas, sufren la carestía impuesta por el cobro de piso; los trailers con mercancías no pueden llegar, a menos que paguen millonarias sumas; la cosecha es secuestrada hasta que pague rescate o de plano robada y para venderla a menor precio, como sucede en el Bajío, donde los productores que cultivaban hortalizas y la vendían por todo el país, han tenido que salir huyendo ante la amenaza de ser secuestrados, aún paguen millones porque los dejen trabajar.  Eso es lo que toleran los que apoyan a López Obrador. Es su culpa.

Pero también consienten que se mate a cientos de personas cada semana con su silencio y su ceguera al no querer enterarse de que esos crímenes no se evitan porque su presidente ha girado instrucciones precisas para que no salga una bala de las armas de los soldados. Se conforman con la versión de que “es culpa de Calderón.” Con eso les basta para cerrar los ojos y callarse. 

Los fans de amlo que le aplauden a rabiar, son los que con sus aplausos dejan que no haya medicinas en los hospitales, porque arguyen que así ha sido siempre; o de plano, se tragan el cuento de que amlo ya mero las comprará “en forma directa para que no haya corrupción”. Y le dan la espalda a quienes exigimos que el presidente deje de mentir y le cumpla a los mexicanos que acuden a los hospitales en busca de tratamientos contra el cáncer. Ellos ayudan a que López deje morir a niños con cáncer. Es su culpa.

El xix.— Quienes dieron su voto para que el Ejército siga en las calles, además de ser gente sin escrúpulos, argumentan que a cambio hicieron exigencias que los militares deberán cumplir. De risa sus justificaciones a cuatro años de que los soldados “están en las calles” pero solo para los desfiles porque a la hora de las masacres, a la hora en que las trokas de los criminales se pasean en convoy por los pueblos, ellos los verdes, están bien guardados y lejos de las ráfagas de tiros. 

Cuatro años de que se les dio permiso para formar una Guardia Nacional y cuatro años de que no rinden cuentas como se les exigió desde el principio y vendrán cuatro más en que tampoco cumplirán con informar nada. Ni siquiera se le puede citar a comparecer en las cámaras. Están blindados y protegidos por el presidente para que ni siquiera los delincuentes los lastimen con la fuerza de sus abrazos. Esos que el presidente tiene como estrategia y que ya han costado 132 mil crímenes de alto impacto con apenas unos cuantos detenidos. Es su culpa.