Sueñan con representar la pasión

 

Los “millennials” de Iztapalapa no sólo tienen interés en la tecnología y sus proyectos académicos. Desde niños se interesan en la historia, la fe y la tradición que une al pueblo.

Soldados romanos y nazarenos con cruz y corona de espinas abren paso al mesías, acompañado por sus apóstoles y vírgenes. Detrás, los clarines y las fanfarrias. Todos interpretados por jóvenes de la zona.

Un Jesucristo de recambio

La mayoría de los jóvenes que participan tienen entre 15 y 30 años, son hijos de socios del Comité Organizador de la Semana Santa (Cossiac) y familiares que, por generaciones, personifican y participan en la representación.

Llevarse a la tumba el secreto de convertir el agua en vino y enfrentarse a ser enjuiciado en un proceso de crucifixión violatorio de sus garantías individuales, sin defensor de oficio y cargando una cruz de 100 kilos y 6 metros de largo, no es un papel sencillo.

Eder Omar Arreola, de 28 años, como todo hombre joven de Iztapalapa allegado a la representación tenía el anhelo de ser el rostro central del viacrucis y, por sorpresa, llegó a su casa la responsabilidad y, como él mismo indica, “la bendición que Dios me envió de serlo”.

A horas de ser crucificado como “Cristo”, el joven recuerda que fue invitado a una convocatoria extraordinaria para reemplazar a Eduardo Guzmán, de 25 años y que fue destituido por haberse registrado años antes para casarse en una boda colectiva, a la que nunca asistió.

Tras la polémica, derivada en parte de la rigidez de la organización, Eduardo Guzmán sigue enfocado en sus proyectos académicos y donará la peluca que adquirió para ser Jesús a un enfermo de cáncer.

Una virgen comprometida

Interpretar a una madre que perdió a su hijo también es complicado. “Es difícil representar ese innombrable dolor de la Virgen María al morir Crist””, dice Monserrat Burgos, estudiante de Psicología Pedagógica de 22 años, en su cuarta participación.

Con la frase “¿qué daño hiciste tú a los hombres para que te maltraten de este modo?”, Monserrat cuenta con una de las escenas más difíciles que una madre pueda vivir.

La joven confiesa que se colocó “en un plano social de la violencia vivida y naturalizada en México, en el que tantos padres han perdido a sus hijos y otros siguen buscando a los suyos”, para preparar el papel más anhelado.

La intérprete destaca el papel de los jóvenes como “muy activo en la representación para transmitir de generación en generación el interés por la función alegórica”.

Veteranos del ritual

Desde hace más de cuatro décadas Juan de la Cruz Galicia participa en la Semana Santa en Iztapalapa. Dice que “el hecho de que a jóvenes se les otorguen papeles importantes es una forma de favorecer que sigan queriendo participar en otras ediciones”.

Para ser protagonistas del festejo católico, además de pertenecer exclusivamente a uno de los ocho barrios del centro de Iztapalapa, es obligatorio ser solteros y de buenas costumbres, así como haber participado con papeles menores.

Los candidatos son rigurosamente seleccionados con requisitos como mímica, dicción, facilidad de palabra, similitud con el personaje deseado, no tener vicios, perforaciones ni tatuajes.

El señor Galicia Cañas, fundador de la Cossiac y cirujano dentista, participa en la tradición de su barrio desde los 22 años como apóstol, el diablo y Poncio Pilatos.

Más veterano en el ritual es Juan Cañas, intérprete en esta ocasión del malvado Anás, que compra a Jesús para vengarse de él.

Cañas, que participó por primera vez hace 46 años, reconoce su nerviosismo “al pensar cada año qué haré en la siguiente edición y qué papel me darán”, confesó a EFE.

Considera que “hay que continuar con los jóvenes lo que han dejado los ancestros, no como una forma de protagonismo sino como un agradecimiento a Dios”.

Conmemoración en constante evolución

El Cossiac se consolidó en el 2000 con las personas que tenían antigüedad necesaria para ser socios activos de la Asamblea y tener papeles específicos como el de Judas, Pilato y Caifás, entre otros personajes que no exigen la soltería, sino experiencia.

Con el objetivo de renovar la fe, recuperar las voces del pueblo y reintegrar a la comunidad su propia riqueza, socios de la Cossiac decidieron agregar más escenificaciones a la representación.

En el cambio de milenio, buscaron darle el realce a cada nueva escena del Domingo de Ramos (2001), la Resurrección y Ascensión de Cristo (2006).

En 2010 aumentaron un día la conmemoración, logrando una gran respuesta de los habitantes de Iztapalapa, visitantes y medios de comunicación.

La multitudinaria representación teatral del oriente de la ciudad se adaptó a las nuevas generaciones y las nuevas tecnologías con una nueva opción para llamar su fervor religioso o curiosidad de la Pasión y Muerte de Cristo.

En 2011 las representaciones se estrenaron en internet para poder seguir en vivo el martirio de Jesús de Nazaret sin la presión de los rayos del sol y la multitud.

Juan Cañas destaca el papel de las redes sociales Facebook y Twitter como un factor importante para atraer a un mayor número de jóvenes.

La generación del milenio espera cada diciembre la convocatoria para el concurso de selección de los actores, a través de redes sociales y anuncios parroquiales. Participan hasta 300 jóvenes.

Rito centenario que congrega a millones

A los socios del Cossiac que llevan décadas participando se les otorgan reconocimientos, en algunos casos incluso post mortem.

Los participantes se dan cita cada fin de semana durante tres meses antes de la representación para ensayar durante largas horas los pasajes bíblicos.

El ritual convoca en Semana Santa a dos millones de personas que siguen atentas cada escena bajo un intenso calor sin perder detalle de los personajes y del protagonista que será torturado por miembros de la Guardia Romana de Iztapalapa y crucificado en el Cerro de la Estrella.

La Cossiac busca reconocer, proteger y respaldar a las futuras generaciones para fomentar y reforzar los valores en esta demarcación, reconocida como una de las más católicas, pero también de las más violentas de la Ciudad de México.

La Representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa surgió hace casi 200 años cuando los habitantes de la zona, entonces un pueblo, decidieron celebrar la pasión y muerte de Dios en un acto de fe que pusiera fin a una epidemia de cólera.

La multitudinaria ceremonia fue reconocida Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México en 2012. Para esta edición, sus organizadores entregaron una solicitud al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para que se la distinga como Patrimonio Cultural de la República Mexicana.

 

Denisse Torres / EFE Reportajes.

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