Para el pianista Alfredo Arjona, los galardones y los premios son el resultado del trabajo arduo. Previo a su presentación de mañana en el Teatro José Peón Contreras como parte de las actividades de Mérida, Capital Americana de la Cultura 2017, el músico afirma que no piensa en el éxito.
“Lo que llamamos éxito es una consecuencia de nuestras acciones. También depende cómo se mira, pues para algunos el éxito será tocar en recintos de renombre y para mí es tener a todo el público de Mérida conmigo para disfrutar de la presentación”.
Antes de dedicarse a la música, el entrevistado abandonó sus estudios de ingeniería química en el Instituto Tecnológico de Monterrey, situación que resultó complicada pero que, en ese entonces, a sus 19 años recibió el apoyo incondicional de su familia.
“No me gustaba la carrera, fue una liberación. En ese momento (finales de 1990), apareció el piano, me enamoré del instrumento. Fue un alivio y la manera de encausar las emociones, buscar la forma de expresarme como ser humano, que una ingeniería química no me hubiera dado”, explicó en entrevista con los medios de comunicación.
Al preguntarle sobre cómo enfrenta el fracaso, lo definió como las lecciones de la vida. “Cuando algo no sale bien, es un indicador de que para ahí no era el camino”, precisó. “En alguna ocasión me rechazaron en un concurso internacional, no pase la primera prueba porque todo lo consideraban por currículum… Me dijeron no”.
En aquel entonces, el desánimo por el resultado conseguido en el Concurso Internacional de Piano José Iturbi pesó en Arjona. “El mensaje ahí era que debía irme a otro concurso y ahí gané”.
Fue entonces que el director de la competencia de piano lo escuchó en privado y lo invitó a estudiar en el Conservatorio de Madrid, propuesta que rechazó porque estaba decidido a irse con Joaquín Achúcarro en la Southern Methodist Universit en Dallas, Texas.
Para la presentación de Mérida, Capital Americana de la Cultura 2017, el maestro preparó un programa de música latinoamericana y estadounidense para piano, con temas muy rítmicos como tangos argentinos, folclor mexicano, jazz anglosajón y “una sonata de Federico Ibarra.- Irbin Flores
