Todas las familias tienen un médico favorito: uno de ellos fue el Dr. Mejía

A días de que se cumpla un año del fallecimiento del abogado Carlos Roberto Barrera Jure, lo recordamos con una de las tantas anécdotas que compartió en la página Yucatán Pasado y Presente

A fines del próximo mes de noviembre se cumplirá el primer aniversario del fallecimiento del abogado Carlos Roberto Barrera Jure, quién a manera de anecdotario, escribió varios libros en los que plasma las costumbres y la forma de vida de las familias meridianas en la década de los años 60 y 70, tiempo en el que disfrutó de su infancia y juventud.

Y qué mejor que recordarlo en esta ocasión con un escrito que compartió hace dos años en la página “Yucatán pasado y presente”, de la cual era el administrador y que enriquecía constantemente con interesantes aportaciones, como la que ahora, a manera de homenaje, retomamos y en la que nos recuerda las visitas que hacía a su domicilio el doctor Ignacio Mejía Salazar,

Don Carlos Roberto relató que cuando él o sus hermanos se enfermaban de calentura, catarro o alguna otra dolencia leve, su madre, la señora Nacira Nabel Jure Siqueff, acostumbraba llamar al doctor Mejía Salazar, quien ofrecía el servicio a domicilio.

“Pintoresco a nuestros ojos infantiles, vestido todo de blanco desde los zapatos y con un saco del mismo color, serio pero muy agradable, platicador, virtud que le gustaba mucho a mi progenitora porque coincidía con ella en ese aspecto de la personalidad y aprovechaban, ambos, hacer un intercambio de sucesos cotidianos de diversa índole”, escribió el inolvidable amigo, quien relataba que por esta razón, una visita médica que debería de tardar alrededor de 20 minutos se extendía hasta por 45 minutos como mínimo.

Respecto del doctor Mejía decía el abogado Barrera que se caracterizaba por cobrar poco y por llegar a dar consulta a domicilio a bordo de un antiguo auto, pero también ejercía en la farmacia Vado Lugo, que era de su propiedad, y que se ubicaba en la confluencia de las céntricas calles 47 y 52. En este lugar, donde pasará el Corredor Gastronómico y Turístico que ya muy pronto será inaugurado, el doctor Mejía ejerció por más de 40 años y según recuerda Barrera Jure, en alguna ocasión también fue atendido en un rincón de la sala de su domicilio, una antigua casona cercana a su negocio.

Y con respecto a las recetas, era común por aquellos años que los médicos les escribían con una ilegible letra manuscrita, y el doctor Mejía Salazar no era la excepción, por lo que la mamá del entonces niño Carlitos, anotaba al reverso del documento los nombres de las medicinas y las consecuentes instrucciones.

En la publicación que realizó en la página de Facebook “Yucatán pasado y presente”, se ilustró la nota, con una fotografía que la señora Gabriela Mejía Cáceres familiar del doctor Ignacio, le envío para tal efecto, un detalle que en su momento mucho agradeció el abogado Barrera.

Por cierto, el hermano del doctor Ignacio fue el abogado Julio Mejía Salazar,  quien ejerció la profesión durante más de siete décadas, a partir de su graduación como abogado en 1941, y hasta su fallecimiento en 2012. Fue Titular de la Notaría Pública Número 39 del Estado, y por su destacada trayectoria como litigante, fue distinguido por el Poder Público, al entregarle la primera Medalla al Mérito Jurídico “Rafael Matos Escobedo”, en 2009.

Datos a destacar

Don Carlos Barrera recuerda que era común por aquellos años que los médicos escribieran las recetas con una ilegible letra manuscrita, y el doctor Mejía Salazar no era la excepción. 

El doctor Mejía también ejercía en la farmacia Vado Lugo, que se ubicaba en la confluencia de las céntricas calles 47 y 52, lugar donde pasará el Corredor Gastronómico.

Texto y fotos: Manuel Pool