Por Gerardo Novelo
Entre los últimos episodios del hito cultural que es Game of Thrones y la gran ola de universos cinematográficos interconectados con narrativas (o sea, Marvel y las copias fracasadas), el terreno pop audiovisual ha adoptado uno de los peores vicios de los géneros y medios nicho: la fijación por las “teorías”. Y todas son horribles.
Para empezar: la mitad del tiempo ni es una teoría, es foreshadowing.
Cuando salió Avengers: Infinity War, ¿escuchaste la teoría de que Dr. Strange le dio la Gema del Tiempo a Thanos a propósito porque era parte del plan? O, antes del episodio 3 de la temporada 8 de Game of Thrones, ¿te enteraste de la teoría de que iban a revivir todos los cadáveres en la cripta de los Stark?
Pues ambas resultaron ciertas. Solo hay un problema: ninguna de esas son teorías. Son foreshadowing.
Hay una diferencia fundamental entre la especulación sobre los caminos narrativos que tomará una historia y el recurso literario mediante el cual el autor sugiere lo que llegará a pasar. Pero a las audiencias aparentemente se le complica separar una de la otra.
En los dos casos, el guión deliberadamente te dijo, con sutileza, lo que va a pasar. No se te ocurrió a ti, ni al autor de ese artículo pitero que compartiste en Facebook. Solo pudiese haber sido más obvio si Doctor Strange voltease a la cámara a explicar su plan.
Y cuando realmente sí se le puede llamar una teoría… parece que el chiste es ganarle a los guionistas.
Hay esta mentalidad, predominante en series de televisión medio cerebrales, de acercarse a la especulación como si fuese una carrera contra los guionistas. “¡Ajá! ¡Sé que me quieres agarrar desprevenido, pero veo venir lo que vas a hacer!”.
La naturaleza lúdica de la especulación se convierte en una especie de reto intelectual. El disfrute se vuelve condicional a ganarles, el producto audiovisual es bueno si, y solo si, le da la razón a las teorías y especulaciones con las que uno entra.
Y aquí el gran ejemplo es La Batalla de Winterfell. Todos entraron con sus teorías sobre el Rey de la Noche, sobre Bran y sobre de quién habla la profecía de Azor Ahai. Y todos salieron decepcionados porque la conclusión fue menos compleja de lo que esperaban.
Tal vez ha de ser momento de pausar, dar dos pasos hacia atrás y reflexionar sobre qué te trae disfrute de las series y películas que ves. Porque si es nada más las ganas de creerte más inteligente que los guionistas por crear narrativas más complejas y convolutadas…tal vez el problema eres tú.