La familia Cáceres: servir para vivir es su filosofía

En 1973 Carlos Cáceres Sosa y su esposa Mirna Chan Braga comenzaron vendiendo carne asada para llevar en el Paseo de Montejo, y por iniciativa de un colaborador de nombre Leo, también colocaron mesas

Carlos Augusto Cárdenas Cáceres representa a la tercera generación de una familia dedicada al ramo de la gastronomía, una actividad con la que se apasiono desde que era un niño de la mano de su abuelito, Carlos Cáceres Sosa, quien además de enseñarle todo lo relacionado con la operación del negocio familiar, con su ejemplo también le enseñó a conducirse con humildad y a ser solidario con la sociedad en general y en especial con quien más lo necesita.

Mi familia es el pilar de todo lo que pasa a mi alrededor, de mis abuelos, padres, tíos y primos he aprendido a trabajar, pero también a tener muy presentes valores y principios, dice este joven empresario que recuerda como a sus 12 años, en una feria de Xmatkuil comenzó a trabajar en el negocio familiar, limpiando las charolas en las que se servían los alimentos.

Fue en una edición de la Feria, cuando observó la manera de actuar de su abuelito, quien como si fuera cualquier trabajador en lugar de ordenar a uno de sus empleados que limpie las mesas, él mismo tomó la iniciativa de hacerlo, lo que marcó una filosofía de vida en aquel joven que hoy es el director de la cadena de Restaurantes Leo.

En 1973 cuando Carlos Cáceres Sosa y su esposa Mirna Chan Braga, Lupita, comenzaron vendiendo carne asada para llevar en el Paseo de Montejo, y fue a raíz de la iniciativa de uno de los colaboradores de nombre Leo que se colocaron mesas para atender a la gente, y ese fue el principio de este negocio, que en los años siguientes contó con su primer local en la calle 58 y luego uno más en la 60.

Fue tanto el éxito que cuando mi tío Luis y su esposa Fulvia Gómez se fueron a radicar a Tabasco, también abrieron allá sucursales de Leo’ s, destacó Carlos.

Rercordó que posteriormente a su regreso volvieron a trabajar juntos, hasta que el abuelo decidió dejar la administración del negocio en manos de una segunda generación, en la que figuró Mirna Cáceres, mamá de Carlos.

Tras ocho años, en los que fue necesario hacer una reestructuración del negocio, en 2011, Carlos decide integrarse de lleno a la operación de los restaurantes, con el afán de que se conservara el legado que con mucho esfuerzo, a lo largo de 38 años creció su abuelo, y poco a poco lo ha logrado con el apoyo de sus hermanitas Valentina y Regina, que también han sido parte de la administración.

“Valentina estuvo un buen tiempo hasta que finalizó su carrera de contadora pública, mientras que Regina sigue conmigo”, dice Carlos Augusto quien agradece a su familia la oportunidad de ser el primero en contar con una carrera profesional y una maestría en este caso de administración de empresas.

Mi abuelo que hoy tiene 75 años de edad,  ha sido el más claro ejemplo de trabajo y humildad, y con su actuar diario, siempre me ha enseñado a ayudar, a aportar y ser empático con lo que pasa a mi alrededor, dice Carlos Augusto quien en varias  ocasiones ha realizado nobles acciones, como cuando nació su primogénito, Carlos, entonces llevo más de 200 comidas a la gente que se encontraba a la espera de noticias de familiares que encontraban ingresados en el Hospital O’ Horán, y más recientemente, cuando ayudó a la construcción de una casita de material para el niño Christopher y su familia en el sur de la ciudad.

“Servir y ayudar a quien lo necesita es parte de los valores que aprendí, la responsabilidad social, y les agradezco que así haya sido.

Texto y fotos: Manuel Pool / Cortesía

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