La tristeza es una emoción común que todas las personas experimentan en algún momento de la vida; sin embargo, esta puede confundirse con una condición más seria: la depresión clínica.
Conocer las diferencias entre ambas es fundamental para entender cuándo es momento de buscar ayuda profesional, especialmente en un país como México, donde la depresión afecta a miles de personas anualmente.
La doctora Carmen Amezcua, psiquiatra integrativa, explica que aunque la tristeza es parte del rango normal de emociones, la depresión clínica es mucho más que “un estado de ánimo bajo”.
De acuerdo con Amezcua, uno de los principales indicadores de la depresión clínica es la persistencia de los síntomas. “Para realmente tener un diagnóstico de un cuadro depresivo o un síndrome depresivo, debe pasar más de cuatro semanas de ánimo bajo, alteraciones en la conducta, en la concentración, memoria, sueño y alimentación”, explicó la especialista para el programa Pregúntale al especialista de Salud 180.
Amezcua señala que el tiempo es un factor crucial para diferenciar la tristeza de la depresión. “Cuando observamos que ya estamos en las cuatro semanas y esta sintomatología persiste, ya estamos hablando de algo más serio, de un síndrome depresivo que afecta el funcionamiento de la persona”, señaló.
En contraste, la tristeza pasajera puede durar unos días, pero generalmente no impide que una persona continúe con sus actividades.
Un aspecto fundamental de la depresión clínica es su impacto en la vida cotidiana. La doctora Amezcua advierte que en la depresión grave, las personas no pueden funcionar adecuadamente en su trabajo, escuela o entorno familiar.
En los casos de depresión mayor leve, las personas suelen ir a trabajar, pero su rendimiento decae considerablemente. “Empieza a haber un tema de desempeño. Los jefes se quejan porque no entregan a tiempo, entregan mal o con errores; notamos una disminución en la capacidad de funcionar,” menciona.
Otro factor que diferencia a la tristeza de la depresión clínica es el efecto en áreas esenciales como el sueño, la alimentación y el disfrute de las actividades cotidianas.
“La gente con depresión empieza a perder el gusto por las cosas que antes disfrutaba, como ir al cine, bailar o ver a sus amigos,” afirma Amezcua.
También es común que el sueño se vea afectado, con insomnio o despertares frecuentes en la madrugada, lo que impacta en la energía diaria de las personas.
Datos a destacar
Amezcua sugiere acudir primero con un psicólogo, quien puede hacer una evaluación inicial y proporcionar un tratamiento para los casos leves y moderados; sin embargo, cuando los síntomas escalan, recomienda la consulta con un psiquiatra.
“Si la persona ya muestra ideas de muerte, ideación suicida o una marcada incapacidad para realizar sus actividades, el apoyo psiquiátrico es fundamental,” subrayó la especialista, quien abundó que muchas veces el paciente pierde el gusto por hacer cosas cotidianas.
Texto: Darwin Ail
Fotos: Cortesía