Aún faltan las explicaciones científicas que permitan saber por qué el choque entre la placa continental de Capadocia y la de la península arábiga, con un temblor de 7.8 en la escala de Richter, provocara semejante destrucción.
Las consecuencias parecen ser más graves que las de los dos grandes sismos registrados en 1939 y en 1999. El sur de Turquía y el noroeste de Siria coinciden en esa franja, que en los últimos tiempos ha servido de alojamiento al más importante desplazamiento de personas que huyen de una guerra que ya dura 12 años.
Imposible imaginar lo que se ha vivido en estos días en ciudades como Idleb o Sarmada, cuyas calles están llenas de escombros, sin electricidad, dedicados sus habitantes a la búsqueda de personas desaparecidas cuyo número ya es imposible de seguir de un día a otro. Sin faltar el avezado sismógrafo que calcula que, de acuerdo con los miles de edificios destruidos, pueda haber más de 100 mil personas enterradas.
En Antioquía, en la provincia de Kahranmaras y capital de Hatay, el constructor de un edificio que se vino abajo erigido apenas hace 10 años, fue detenido en Estanbul a punto de abordar un vuelo que lo llevaría a Montenegro. Buscaba eludir la responsabilidad del desplazamiento del inmueble que mató a muchos de quienes habitaban los 250 departamentos. Él insiste en que siguió todas las reglas.
Texto y foto: Agencias