Hay una crisis de ficción en el Festival de Morelia

 

En septiembre, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas eligió un documental para que represente a México en la búsqueda de una nominación a los premios Oscar y Goya de 2018. Tempestad, la cinta de Tatiana Huezo sobre el drama de los desaparecidos en México, ha ganado varios premios desde su estreno en Madrid en abril de 2016 y su paso por la Berlinale del año pasado.

La elección tomada por la Academia no es fortuita. Se trata de un reflejo del momento actual que goza el género del documental en México. La XV edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, el más importante en México, registra los ecos de este fenómeno. Algunos críticos se han preguntado en la capital de Michoacán si la ficción mexicana está en crisis.

La competencia del principal certamen parece afirmar algo similar. Morelia tiene este año siete largometrajes buscando el premio de mejor película. Es la cifra más baja desde la VIII edición, celebrada en 2010. Algunos dirán que no es cuestión de cantidad, sino de calidad. El festival se encuentra en su ecuador y, hasta el momento, no hay ninguna cinta que destaque. “No hay ninguna película notable hasta el momento”, asegura el crítico Ernesto Diezmartínez. “Casa Caracol y Cuadros en la oscuridad son fallidas, mientras que Oso polar y Sinvivir son insuficientes”, agrega. Hoy se proyecta El dibujante, película de Arturo Pérez Torres.

Una integrante del comité de selección que prefiere no revelar su nombre admite que el nivel de este año no es tan alto como el de ediciones anteriores. Los organizadores recibieron 50 largometrajes, de los cuales solo fueron elegidos siete. En su XIV edición, celebrada en 2016, Morelia tuvo una competencia récord con 15 cintas. El jurado se dio el lujo de despreciar La región salvaje, de Amat Escalante, una película que ganó el León de Plata en Venecia. “Algunas películas del año pasado, como Las Tinieblas y La Región Salvaje, están a años luz de las de esta edición”, dice Diezmartínez. Él y el resto de críticos se encuentran esperando a que aparezca un milagro entre las cintas que aún no han sido exhibidas: Ayer maravilla fui, de Gabriel Mariño, y Los adioses, de Natalia Beristáin.

Los documentales han sacado pecho este año en Morelia. Quince largometrajes del género buscan el reconocimiento. Hay cinco óperas primas y otro más es un trabajo de titulación de Sandra Luz López, una egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica, una de las escuelas de cine más importantes de México.

También hay cineastas experimentados en la competencia. Entre ellos están Trisha Ziff, que vuelve a Morelia con Witkin y Witkin, una cinta sobre dos hermanos gemelos artistas que se distancian con los años. La cineasta inglesa vuelve al festival de Michoacán tras exhibir en 2015 El hombre que vio demasiado, sobre el fotógrafo de culto Enrique Metínides. José Álvarez presenta Los ojos del mar. La película sigue a Hortensia, una mujer de Veracruz que trata de recuperar recuerdos y testimonios sobre una tragedia de un barco pesquero en las aguas mexicanas. Álvarez, que ha rodado tres documentales en su filmografía, asegura que el documental gana terreno “poco a poco” a la ficción mexicana.

 

Agencias

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