Una filosofía para entender la vida

Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com

De alguna manera manera como la ciencia, el arte, el deporte o la literatura, solo para hablar de las tareas y disciplinas que el hombre ha creado para su supervivencia, también la filosofía ocupa un lugar dentro de este ámbito por lo que la Unesco (Organización de las Naciones Unidas por la Educación, la Ciencia y la Cultura) estableció que el tercer jueves del mes de noviembre de cada año se celebre el Día Mundial de la Filosofía.

A pesar de ciertas dudas sobre su función más práctica en un mundo cada vez menos reflexivo y analítico; la tarea filosófica sigue manteniéndose vigente en la necesidad de acudir a ella para responder a todas nuestras preguntas sobre la vida.

Y es que la Filosofía como tarea de sabiduría y conocimiento, no tiene una función más esencial que esa; ser la guía y orientadora de toda conciencia humana. Cualquier dilema, problema o propósito de vida debe o deberá ser consultado al amparo y consejo de la filosofía, así como se hizo en el tiempo mismo de su nacimiento en el ámbito de la cultura griega. Eran los filósofos de esa época (s. V a.C.) los depositarios de aquello que debía saberse para llevar a cabo determinadas tareas, bien fueran de carácter moral o ético, económico, social o político. O bien fueran también tareas cotidianas o de actos naturales humanos como la amistad o el amor.

La Filosofía es la que determina qué es o cómo debe ser la amistad. En su “Ética” Aristóteles plantea todos los posibles rangos de amistad que se dan entre humanos, destacando la más auténtica y verdadera.

En “El banquete” Platón jerarquiza el amor dando lugar a la primera dialéctica sobre el tema sin ninguna reserva sobre su sentido y propósito, o su necesidad –dice el argumento socrático al final del tema.

La “Bondad” (con mayúscula) es otro de los grandes temas humanos, de lo que hasta la fecha sabemos y entendemos por las observaciones que hace Platón a través de la figura de Sócrates. Y la Bondad es la “Belleza” (también con mayúscula) de un acto, de una actitud, de una tarea humana que nos haga calificarla como bella.

El amor a la vida, el amor compartido, la compasión; son actos definitivamente bellos. Y como bellos también justos, dice Platón. Porque la “Justicia” tiene que ver con lo bueno y con lo bello. Y no hablo de justicia legal o constitucional que para el caso también aplican, sino de justicia humana, aquello a lo que nos referimos cuando sentimos que las cosas son buenas y por ende son también bellas. Hablamos de lo simple de compartir algo equitativamente, de ser atentos y generosos, de vivir en constante  concordia con nuestros semejantes, de desmantelar la horrible soberbia de nuestras mentes y la tolerancia cero de nuestras diferencias. Lo “Feo” paradójicamente siempre será claro en una conducta humana (los celos, la ambición, la envidia, la mezquindad, la traición, la venganza…) y por tanto, reprobable. Lo Bello en cambio, siempre estará lleno de Bondad y de Justicia. Hoy podemos entender todo esto precisamente a través de la reflexión filosófica.

Otra de sus grandes observaciones trata sobre el “Alma”, a la que Platón le da la categoría de pensamiento racional. Para Platón el alma es la que piensa, la que decide, y lo que a su vez se interpretará después como “Espíritu” (el espíritu de un alma buena). En el “Mito del carro alado” Platón habla de tres rangos del alma; la racional, la irascible y la concupiscible. Tres almas en una que después la ciencia interpretará como “cerebro trino” (racional, límbico y reptiliano) para diferenciar cada una de las tareas y virtudes de nuestro cerebro humano, visto hoy desde los ojos de la neurociencia.

La “Vida” y la “Muerte” que hoy siguen siendo dos grandes asuntos contemporáneos (y lo serán siempre a través del tiempo), fueron también dos temas recurrentes de la Filosofía Clásica. Y fue también Platón el primero que se ocupó de hablar del asunto de la muerte. Lo que hasta hoy sabemos de ella, él lo dejó escrito. El cuerpo, el alma, el más allá y la vida eterna son argumentos platónicos.

De mi parte; ¡no imagino entender la vida sin la Filosofía!

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