Por: CARLOS HORNELAS
Desde inicio de esta semana hemos transitado a la fase 3 de contención de la pandemia que restringe las actividades masivas y se supone que coincide con el pico de contagios al interior del país.
Llama la atención que muchos sectores han expresado su descontento con lo que califican como una lenta reacción del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador y la tibieza de las medidas adoptadas.
En algunos círculos se comenta que, con la aprobación que todavía le respalda y su mayoría en el congreso, podría establecer medidas extraordinarias para implementar políticas públicas que no tengan que pasar por mecanismos de aprobación o procesos que demoren la asistencia a los sectores más necesitados.
Se ha hecho en otros países, como Turquía, que ante esta emergencia sanitaria le ha otorgado poderes especiales al poder ejecutivo por encima de su propio congreso a fin de acelerar la coordinación y distribución de ayuda.
Me pregunto qué pasaría en nuestro país si se considerara esta posibilidad.
Si bien el presidente y su partido se dicen de izquierdas y son partidarios del papel rector del Estado en diversos procesos, aún con las conferencias matutinas y vespertinas no es suficiente para dar la impresión de tomar el problema en sus manos y tener un plan a largo plazo. Muy por el contrario, en alguna ocasión hemos visto cómo su equipo ha batallado con poner en pleno funcionamiento el proyector y las láminas que ilustraban su intervención, luciendo improvisados, desarticulados y rebasados.
Esta crisis podría ser la oportunidad que tiene el presidente López Obrador de concitar las diferentes demandas de los sectores sociales y poder trascender en la historia, como se lo ha propuesto. Si por el momento la 4T con aeropuerto en Santa Lucía, refinería en Dos Bocas y Tren Maya no es posible, es la ocasión para que el genio político que lo caracteriza y su olfato para saber conectar con la gente lo lleve a tomar decisiones de los sectores que reclaman su aplomo y su labor como estadista.
Cierro con algo que no tiene nada que ver. Me llama la atención la poca propagación de la pandemia en África y en los estados fronterizos de nuestro país con Estados Unidos en ciudades divididas prácticamente por la frontera como San Diego con 297 casos y Tijuana con 20, por ejemplo, ¿en realidad somos más resistentes? ¿se lleva bien la cuenta?