Una vida de estudio y sacrificios

Una carrera que deja muchas satisfacciones, pero que requiere de muchos años de estudio y preparación constante, además de los sacrificios personales y los riesgos que se enfrentan en el ejercicio profesional

Hoy, como cada 23 de octubre desde 1937, se conmemora en México el Día del Médico, una de las profesiones más bellas, sin duda alguna, pero que requiere, además de muchos años de estudio para concluir la carrera, de sacrificios personales y de enfrentar riesgos en el ejercicio profesional.

Por ello, señaló la doctora María Elena González Álvarez, presidenta del Colegio de Médicos del Estado de Yucatán, quien aspire a estudiar esta carrera debe tener humanismo, fortaleza y dedicación, y tener en cuenta que en su momento enfrentará largos horarios de trabajo, que en cualquier momento hay que estar listos para atender una urgencia, además de que la actualización es constante.

“Siempre aparecen nuevas enfermedades o, en su caso, cambian de características, como pasa, por ejemplo, con los virus, que mutan constantemente, pero además hay descubrimientos de nuevos antibióticos, de nuevos medicamentos y de nuevos manejos, es un continuo aprender para dar a la población un bienestar biopsicosocial, a eso le llamamos salud, a estar bien desde el punto de vista físico psicológico y social”, comentó.

Otro aspecto que se desconoce o se valora muy poco respecto a esta profesión es que, en su mayoría, anteponiendo su vocación de servicio, los médicos ponen en riesgo su salud, ya que en ocasiones en los hospitales, cuando hacen guardia, viven en un estrés continuo. En el caso de los estudiantes que se encuentran en su fase de internado trabajan más de 36 horas continuas, y a cambio sólo reciben una pequeña aportación económica por parte del gobierno, y lo mismo ocurre con quienes ya están en el servicio social.

Para llegar a este punto y estar listo para dar consulta, el doctor o la doctora necesitaron estudiar siete años en la Facultad de Medicina, más uno de internado y luego viene uno más de servicio social, y a esto, si así se desea, hay que sumar la especialidad, que son otros cuatro años y dos o tres adicionales para cursar una subespecialidad.

“Por ello, fue muy triste saber que en la pandemia falleció un médico de apenas 31 años que recién había concluido su especialidad, y como él muchos más ofrendaron su vida tratando de ayudar a la gente, aunque en su momento se registraron hasta agresiones en contra del personal médico, llegando al grado de que a uno de los compañeros le tiraron líquido caliente y a un médico oftalmólogo hasta le fisuraron la mano”, manifestó la doctora González Álvarez, quien comentó que en el momento más álgido de la pandemia morían por semana entre dos a tres de sus compañeros.

En este apartado hay que reconocer al personal médico que, de manera heroica, cuando todos estaban en sus casas, permanecieron en consultorios en hospitales,  atendiendo pacientes, arriesgando su vida, y  de forma involuntaria la vida de sus propios familiares que corrían el riesgo de ser contagiados.

“En el Colegio de Médicos de Yucatán logramos que se aumente la sanción a los que agreden a los trabajadores, pero también tuvimos que luchar por nuestra propia vacunación, y por nuestros derechos y protección porque no teníamos ropa especial, se aceptaron muchas donaciones que llegaron a los hospitales, fue un tiempo muy difícil”, apuntó la entrevistada, quien señaló que en la medicina ha encontrado grandes satisfacciones.

“Yo estudié ginecología y obstetricia, y ver nacer un bebé, la satisfacción de atender a una paciente, y  ver su carita cuando ya está sana, es el mejor pago que puedo tener, a pesar de las horas de trabajo, de sacrificios que se hacen”, expresó la Dra. González, quien resaltó que cuando el médico logra con empatía que a su paciente se le quite la ansiedad y el temor por la enfermedad, es motivo de satisfacción el haber cumplido de acuerdo a la Lex artis, “es decir, a lo que establecen los reglamentos de la medicina,  que estamos haciendo lo correcto basado en lo que aprendimos”, explicó.

En este sentido, la también secretaria técnica de la Federación Nacional de Colegios Médicos de México A.C. afirmó que cuando alguien escoge la carrera que le gusta y está contento con ella, siempre da el 100% y más, por lo que subraya que “hay que pensar bien lo que van a estudiar, y si que se van a dedicar a esta carrera hay que hacerlo con profesionalismo y mucha dedicación”.

Y ejemplo de dedicación y de amor por la enseñanza de la medicina, fue el doctor Víctor Manuel Lara Perera, quien durante más de 32 años, con gran sentido humanista, fue el encargado de la formación de becarios en el Hospital “Agustín O’Horán”.

“Fue un profesional con un profundo humanismo que siempre compartía gratos momentos de amistad y con el que tuve la oportunidad de convivir”, externó el titular de la Secretaría de Salud (SSY), Mauricio Sauri Vivas, al develar hace unos días la placa del auditorio del mencionado nosocomio que en homenaje al Dr. Lara Perera ahora lleva su nombre.

Ante la viuda y la hija del galeno, Marisol Ventura Leyrana y Syndel Pamela Lara Ventura, respectivamente, el funcionario destacó la trayectoria loable y el compromiso del homenajeado con la población que acudía al hospital.

“Fue docente por incontables años, formando más de 30 generaciones de especialistas médicos, y siendo parte de la preparación de pasantes y residentes del área de la salud, incluso de posgrado, y aunque por enfermedad podía ausentarse durante la pandemia, eligió permanecer firme durante la para realizar su noble labor”, subrayó.

En su intervención, el director del nosocomio, Marco Antonio Cetina Cámara, quien consideró como su amigo y maestro al doctor Lara Perera, señaló que “no tenía planes de laborar en este sitio, pero después de contar con esa amistad entrañable, su humanismo y profesionalismo, miren, aquí me tienen presente”.

Tras develar la placa y agradecer este detalle para con su esposo, la viuda del homenajeado dijo que le trae gratos recuerdos ver los pasillos por los que él caminaba y la pasión por su trabajo que tanto amaba, así como a su familia y el béisbol, deporte del que fue jugador.

“He tenido la satisfacción, continuó, de recibir tantos mensajes de gente que extraña su amistad y alegría, desde el lavacoches, la enfermera, el vendedor de tacos, el médico, el pasante, el residente médico; a todas y todos ellos, mi gratitud”.

El homenajeado se desempeñó como internista adscrito al área de Medicina Interna, así como jefe de esa área por espacio de 10 años, además de ser profesor titular de la especialidad con sede en este hospital. Aunado a eso, su coraje y entrega le hizo permanecer al pie del cañón cuando inició la pandemia, hasta su muerte.

De acuerdo a datos del Inegi, de los profesionistas médicos económicamente activos, 98.6% está ocupado y su número asciende a 277 mil en todo el país. Las cifras establecen que en Yucatán trabajan unos 16 mil 600 médicos, que se concentran primordialmente en la zona urbana.

Texto y fotos: Manuel Pool