Armando Escalante
Periodista y analista político
Que el presidente Manuel López esté vinculado con el narcotráfico sin pruebas contundentes sino sólo mediante dichos de “testigos protegidos” de la agencia antidrogas estadounidense (DEA), no es algo nuevo.
Como tampoco fue nuevo que Genaro García Luna fue acusado del mismo modo —sin pruebas—, con dichos precisamente de criminales que él mismo zar antidrogas capturó años atrás y que luego cobraron venganza, a solicitud de la DEA, en circunstancias y momentos distintos. El policía mexicano vivía en EE.UU. y además de tener mucho dinero invertido en ese país, también hizo muchos enemigos que por lo visto se la cobraron.
Luego lo demás es relleno: un jurado de personas medianamente enteradas y sin conocimiento jurídico alguno, decidió dejarlo preso. Aunque falta la sentencia ya afloraron nuevas versiones de que todo el caso se puede caer porque se carece de pruebas incriminatorias.
Es obvio que Manuel López tuvo mucho que ver en inculpar a García Luna porque sabía que con eso asestaría un golpe a Felipe Calderón, algo que al que firma este texto, le parece el mayor anhelo que había deseado en la vida —mucho más que ser presidente—, es decir, vengarse de quien le ganó las elecciones. Lo cierto es que el peje logró algo que en México no hubiera podido porque nuestro sistema legal no lo permite: acusar a alguien de puras oídas.
Pero volvamos a aNLO —como despreciativamente se le llama en las redes—; quien fue investigado en el pasado, lo que se presume sin poderlo probar es que hoy un largo expediente en su contra solo que los tiempos han cambiado y a la DEA no le interesa poner al inquilino del Palacio Nacional en una prisión preventiva frente a un jurado ciudadano, porque se trata del mandatario que hoy negocia con China, pacta con Cuba, tiene tratos con Venezuela, respalda a Bolivia, ayuda al dictador de Nicaragua y tiene mucho respaldo de Rusia, con su peligroso presidente cuyo apellido es bromq en el habla hispana.
Los alguaciles y marshales del vecino país le deben tener ganas como se las tienen los servicios de Migración, de Aduanas, así como la FAA (que regula la aviación). Todos deben morirse de ganas lo mismo que el FBI, la CIA, la Fuerza Aérea y hasta la Naval. Todas las autoridades deben tener “algo” que cobrarle de las miles de afrentas que a diario comete contra EE.UU. causando daño desde otro país.
Tan sólo en el tratado de Libre Comercio, Tlcam ahora T-mec, deben tener mil reclamos que hacerle pero todos deben callar en espera de tiempos mejores porque saben que el tabasqueño no solo es un peligro para México sino también para los norteamericanos.
Queda sólo esperar a ver si mexicanos y norteamericanos nos salvamos de la desgracia que puede caer sobre el país, con otros seis años de sangre y destrucción del país. Ojalá que no porque ya son muchos miles de muertos los que respaldan el mal gobierno de López.
El xix.— Crece el descontento de los auténticos fundadores del partido del presidente por la llegada a los mejores puestos de elección popular de los peores cuadros que tuvieron en su momento otros partidos. Para ellos hubo un mensaje ayer desde las oficinas del Iepac: Les dijeron que se vendieron al adversario, que el que paga manda y que mejor que se fueron.