Vengo a terapia por mis hijos (as)

René Emir Buenfil Viera 
psicrenebuenfil@gmail.com

Como persona adulta con hijos (as) llego a terapia psicológica porque puedo preguntar o compartir mis dudas y miedos sin que me juzguen como una mala mamá o mal papá, más bien, encuentro un espacio seguro para hacer un alto y reflexionar sobre mis acciones y omisiones, sobre cómo me siento, y de qué maneras me estoy comunicando con mis hijos (as), y con quienes comparto la crianza: pareja, abuelas, abuelos, tías, tíos, cuidadoras, etc. Para saber si estamos entendiendo su mundo o hay una brecha entre nosotros(as) que nos lo impide. 

En terapia puedo crecer como persona y eso se refleja en ser una mejor mamá o papá, también acudo para tener tips de cómo acompañar a mis hijos (as) cuando me necesitan y cuando no, en sus problemas, ya sea de cerca o a la distancia, sobre todo cuando me quedo sin ideas, o cuando siento que quiero tirar la toalla, o cuando siento que nos estamos alejando, o cuando peleamos demasiado, o cuando estoy perdiendo la paciencia más seguido que de costumbre. 

Trabajar en mí mismo (a) y hacer un espacio para mí también es un ejemplo para que mis hijos (as) vean que cuido de mi salud y paz mental. 

Y es que en terapia se me abre un mundo de posibilidades que ni se me habían ocurrido, se construyen y deconstruyen muchos pensamientos arraigados que pudieran ser limitantes, se me agudiza el pensamiento crítico y autocrítico sin dejar de lado la autocompasión, desarrollando elementos para empoderarme cuando se necesite, o para darme la libertad de mostrarme vulnerable si esa es la lección que creo que mis hijos (as) necesitan, o mis hijos (as) me hacen reflexionar que debo dejar de ser tan complaciente, o inflexible, o que incluso que tengo que tengo que alzar la voz y poner límites, o dejar de sobreproteger. 

En terapia puedo conectar unas ideas con otras, unos sucesos con otros, para poder entenderme mejor como mamá o papá, y entender mejor a mis hijos (as), porque a veces no tengo tiempo de hilar las cosas, o de poder detenerme a reflexionar y no actuar desde la impulsividad y luego arrepentirme de lo que les dije o lo que les hice a mis hijos (as). 

A veces como mamá o papá tengo muchos pendientes en la cabeza, o me preocupo demasiado por cosas sin importancia, o se me pasa la vida intentando controlar cada mínimo detalle, y soltar y dejar ir se dice fácil, no tomarse nada personal se dice fácil, pero requiere de mucho esfuerzo y perseverancia.

En terapia puedo trabajar y digerir si estoy actuando desde mis propias heridas de la infancia, o me estoy convirtiendo en lo que juré destruir o que nunca iba a ser, si me estoy amargando la existencia, si me estoy resignando a enfrentar las cosas día a día, pero sin vivir disfrutando el aquí y el ahora. Y es que ser padre o madre es educar, hacer cosas por nuestras hijas e hijos, pero también promover la independencia y el pensamiento crítico. 

Nuestra calidad de vida depende de la calidad de nuestras relaciones, así que saber en quiénes se están convirtiendo nuestras hijas e hijos hoy, respetar y fomentar su libertad, aceptar su personalidad y sus decisiones es la entrada a un futuro mejor.