Viejo PRI

Armando Escalante
Periodista y analista político

Contra lo que se temía el resultado electoral de ayer en varios estados del país no favoreció al presidente, aunque lo que estaba presagiado sí se cumplió.

El viejo PRI de Quintana Roo conformado por el gobernador Carlos Joaquín —disfrazado de panista— logró que su candidata y amiga Hermelinda Lezama Espinosa (alias “Mara”), gane las elecciones con el apoyo de Movimiento Ciudadano y del PRI que no quisieron sumarse a la Alianza Va Por México.

Lo mismo pasó con los viejos priistas Alejandro Murat y Omar Fayad, de Oaxaca e Hidalgo, respectivamente que aseguraron ya una embajada y protección eterna de parte de López Obrador.

Los estados de Durango y Aguascalientes —como se sabía— ya fueron refrendados por la oposición reunida en la alianza Va por México y en el caso de Tamaulipas, que seguramente se irá a tribunales, con la enorme presión que ejercerá el presidente para quedárselo en caso de algún resultado cerrado como se anunció por el empate técnico que tienen con Morena.

Así las cosas, la suerte está echada para la democracia del país porque tras esos nuevos triunfos del partido creado por Amlo —pactados por los viejos priístas—, la inseguridad en esos tres estados va a empeorar mucho más de lo mal que ya estaban: ahora sabrán lo que es bueno como ocurre en Michoacán, Guerrero y en Zacatecas, donde a pocos meses de llegar el nuevo partido oficial, la situación ha empeorado en todos los sentidos.

No se diga si Tamaulipas queda en manos del candidato ligado al narco, contrario al gobernador saliente, que presuntamente está empatado con el segundo lugar.

Y es que tampoco extrañan los resultados de abstencionismo en varios estados que fueron a comicios porque los votantes ya son presa de los programas asistenciales del presidente López, quien como ha anunciado canceló todos los gastos de las dependencias para concentrar el uso del dinero en lo que él sabe hacer bien: comprar votos.

Por ese motivo, desde antes, habían acabado con la compra de medicinas, con los comedores, albergues, guarderías, fideicomisos, becas, etcétera.

Difícilmente se pueda hacer algo en aquellas ciudades y estados donde aún no les tocan los malos gobiernos ligados a Amlo. La gente no escarmienta en pellejo ajeno y tiene que sufrir en carne propia la decepción de lo que es padecer a los que son 99 por ciento leales y uno por ciento preparados.

En parte, por eso varias localidades de la ciudad de México, conocidas como alcaldías, han elegido votar contra la señora Sheimbau.

Así las cosas, mal y de malas, el presagio comienza a cumplirse. La descomposición avanza mientras los opositores practican cómo sobrevivir sin que la Unidad de Inteligencia Financiera los descubra en sus enjuagues del pasado, o peor del presente. El proceso electoral de este domingo es como la segunda llamada… la tercera, será la vencida, y ¡comenzamos! a concretar la destrucción total de todo México. Aquí lo veremos.

El xix.— Ni plantas de CFE —acaban de fallar en tribunales cancelando inversiones en ese rubro en Yucatán de Iberdrola— ni probablemente se logrará el astillero italiano (falta dar la tajada que dicen pide la Marina), menos habrá un gran parque de la plancha (advierten que será construido por militares) al menos nada de eso será realidad con algún recurso costeado por el Peje ni con los permisos respectivos en caso de que tenga que darlos. La razón es simple: ¿por qué va permitir el de Macuspana que se lleve el aplauso la oposición “si me puedo esperar a que lleguen las elecciones de 2024 y el estado y la capital cambien de colores”. Quién quiere apostar?