Mary Carmen Rosado Mota
@mary_rosmot
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Hay un dicho que asegura que las cosas “no se roban, se heredan” y lo mismo sucede, en algunos casos, con el talento para el deporte. Grandes deportistas que se han inspirado en integrantes de su familia para adentrarse a alguna disciplina y después, brillar con su propia trayectoria.
No fue extraño que Rosa María Reyes Delgado comenzara desde pequeña a practicar tenis cuando su papá, Esteban “Pajarito” Reyes, fue el máximo exponente de esta disciplina en nuestro país, incluso, fue el primer mexicano en puntuar en el prestigioso torneo Copa Davis; de aquí que Rosa María fuera conocida a lo largo de su vida también como “Pajarita” y no sólo compartió el sobrenombre con su padre si no también su destreza con la raqueta.
La “Pajarita” Reyes cosechó un gran palmarés en los años que se mantuvo activa en el tenis, entre los que se encuentran sus medallas en los Juegos Panamericanos de 1955 y 1959, a partir de ahí vendrían sus momentos de mayor consagración en su ardua lucha dentro del tenis. Si bien perteneció a una generación dorada de esta disciplina para México, lo cierto es que nuestra nación no se caracteriza especialmente por producir grandes exponentes de la raqueta, por eso lo que consiguió Rosa María, principalmente en esta época, lo hicieron tan especial.
En compañía de su compatriota, Yolanda Ramírez, ganaron el Roland Garrós de 1958, en modalidad dobles, un año antes y un año después también llegaron a la final quedando subcampeonas pero ligando tres finales consecutivas. Años después, en 1974, volvió a una final del Roland Garrós, pero en la modalidad dobles mixtos acompañada del tenista mexicano Marcelo Lara.
Sin lugar a dudas uno de los momentos más especiales fue cuando se dio a conocer que el tenis volvería a unos Juegos Olímpicos, aunque como deporte de exhibición, en México 1968. Ahí, en su tierra, la Pajarita brilló al máximo logrando medallas de oro y plata acompañada de Julie Heldman y bronce en dobles mixtos. Esta última medalla tuvo un significado distinto pues la compartió con su esposo el tenista francés Pierre Darmon.
Durante toda su carrera, Rosa María Reyes brilló dentro de la duela, especialmente la de arcilla, pero fuera de la pista también acumuló momentos inolvidables jugando tenis junto con su familia, su esposo e hijos. El pasado cuatro de enero falleció a los 84 años por complicaciones pulmonares, pero su legado continuará para inspirar a más jóvenes en la búsqueda de cumplir sus sueños dentro de este y otros deportes. Vuelta alto, “Pajarita”.