#YOPORLAS40HORAS

“Aún no”. Es lo que repite constantemente una página que fue creada con el único fin de dar aviso cuando la reforma de ley que busca reducir las horas de la jornada laboral en México sea aprobada. Día tras día, la página repite el mensaje para recordar que aún no se aprueba. Que hayan pasado meses y que simplemente se haya retrasado la aprobación demuestra que no se trata de una prioridad política. En el discurso público, es una reforma que pasa por desapercibida.

Que los medios de comunicación no hablen al respecto no es novedad, pero es preocupante que los miembros de partidos políticos que se dicen estar a favor de los derechos de los trabajadores tampoco lo hagan suficientemente. A pesar de no ser mediática, se han realizado diversos foros de parlamento abierto donde todo tipo de personajes con posturas a favor o en contra han asistido.

En dichos foros, los representantes de todos los partidos han manifestado que están a favor y que sus respectivos grupos partidistas votarán para que se apruebe y, aun así, se sigue postergando. En México estamos atrasados en este rubro, pues la tendencia en muchos países del mundo es reducir la jornada a 32 horas. Desde 1917 no se ha reformado la jornada laboral, es decir, desde hace más de 100 años trabajamos como hoy. Sin embargo, desde 2010 prácticamente todos los partidos han presentado, por lo menos una vez, alguna iniciativa que tenga el mismo fin.

En este lapso de 13 años, se ha intentado 17 veces y en todas se ha desechado. El único partido que sistemáticamente ha estado en contra es el partido que la académica Viridiana Ríos llama el partido del cabildeo empresarial: el PAN. En el último foro donde se discutieron las conclusiones, Ríos presenta datos concretos que desmienten la principal excusa que el empresariado mexicano ha puesto como razón para cabildear mediante el PAN y detener la reforma: que no alcanza y las empresas quebrarían. Según la investigación que presenta Ríos, las ganancias de una empresa pueden dividirse en dos partes: la primera es aquella que se reparte entre los trabajadores en forma de salarios, prestaciones, etc.

Y la segunda son los retornos y ganancias de la empresa. En los países que son miembros de la OCDE tales ganancias en promedio se dividen en 69% para los trabajadores y 31% para los dueños. En México es anormalmente diferente, pues el 34% de las ganancias es para los trabajadores y el 66% es para los dueños. La académica menciona que cada vez que ha presentado esta información al empresariado ellos afirman que es falsa. Al creer que ellos no reciben esta proporción desigual de las ganancias puede entenderse su perspectiva de que quebrarían las empresas.

Lo cierto es que los grandes empresarios en México están acostumbrados a llevarse gran parte de la riqueza. A pesar que el 60% de los trabajadores en México trabaja más de 40 horas, el debate no ha permeado lo suficiente en la discusión pública. Quizá la reforma llegó en mal momento, en uno donde la mayoría de políticos están más preocupados en sus candidaturas y reelecciones que en impulsarla. Se espera que el 15 de diciembre la reforma se discuta en el pleno, tenemos la responsabilidad de ejercer presión para que esta sea aprobada.

Es menester que esta sea una de esas contadas ocasiones donde los legisladores sí favorecen a las mayorías y no a una cúpula empresarial que sigue siendo perniciosa para el país.

ÁNGEL CANUL ESCALANTE

Lic. en Nutrición y militante político.