San Cristóbal vivió una vez más una noche inolvidable, donde chicos y grandes acudieron a visitar a la Morenita del Tepeyac en su día; en la misa, exhortan a familias enteras a ser buenos guadalupanos y buenos cristianos
Una noche muy emotiva se vivió anoche en el santuario guadalupano de San Cristóbal, donde chicos y grandes acudieron a visitar a la Morenita del Tepeyac en su día, para agradecer por algún favor recibido, o simplemente para pedir por su salud y la de sus seres queridos.
Desde muy temprano llegaron a San Cristóbal grupos de antorchistas que de paso con rumbo a sus poblaciones de origen, aprovecharon pasar al Santuario para visitar a la Virgen de Guadalupe y tras descansar unos momentos y retomar energía, continuar su camino para reencontrarse con sus familias.
Por la tarde se puso en marcha un operativo vial para cortar la circulación sobre la calle 50 desde la 46, mientras que fueron desplegados elementos de la Policía Municipal para mantener la vigilancia en los alrededores de la Parroquia, que poco a poco recibía una mayor afluencia.
Familias enteras llegaban inclusive con bebés en brazos para recibir el rocío del agua bendita que un sacerdote aplicaba a los grupos de antorchistas que llegaban al santuario y que también se aprovechó para bendecir imágenes religiosas, mientras que otras se tomaban la foto del recuerdo junto a una imagen de gran tamaño de la Guadalupana.
Ejemplo de esto fue la señora Doris Pacheco, quien junto con su hijo y vecinos de la colonia San José Tecoh organizaron su antorcha como lo hacen desde hace 10 años, y pidieron a la Virgen seguir realizando por más años esta que es su devoción.
Algunos llegaron desde colonias de Mérida y otros como integrantes de grupos antorchistas, desde lugares tan remotos como Chetumal, Ciudad del Carmen e inclusive la Basílica de Guadalupe en la capital del país, por lo que a muchos no les fue posible llegar a casa, por lo menos esta noche, y se quedaron a descansar en las calles que rodean a la Iglesia de San Cristóbal.
Las porras en honor a la Morenita se dejaban escuchar continuamente por parte de jóvenes que, satisfechos por haber cumplido con el compromiso contraído, abrazaban a sus familiares y a sus compañeros para luego ingresar a escuchar alguna de las misas que se celebraron cada hora a partir de las 7 hasta las 11 de la noche.
Para los corredores que llegaban con molestias musculares y problemas de ampollas en los pies, estaba dispuesto un espacio a cargo de fisioterapistas de la Universidad Marista, mientras que en los alrededores familias se organizaron para obsequiar a los antorchistas arroz con leche, tortas de cochinita y agua.
Muy cerca, en el estacionamiento, como ya es costumbre se formaron largas filas para degustar el tradicional “chocolomo” que, como cada año, las familias de los custodios de la Virgen, así como integrantes del Movimiento Familiar Cristiano, prepararon para recaudar fondos para la parroquia, y en el atrio, las catequistas, hicieron lo propio vendiendo panuchos y antojitos regionales.
El equipo de Peninsular Punto Medio platicó con la hermana Graciela, perteneciente a la congregación de las Misioneras de la Madre de Dios, quien se dijo muy contenta de ver cómo desde muy temprano la gente acudió para mostrar su amor a la Virgen de Guadalupe.
“Como mexicanos tenemos la dicha de tener a la santísima Virgen de Guadalupe, debemos sentirnos muy dichosos porque el artista que hizo esta imagen, fue el mismo Dios que nos la dejó en la tilma de San Juan Diego, ella siempre está acompañándonos, y como toda madre espera la visita de sus hijos y juntos compartir la eucaristía”, subrayó.
Como es tradición, a las 12 de la noche se celebró la misa de las Madres de la Luz, que ofició el obispo auxiliar Pedro Sergio de Jesús Mena Díaz, quien exhortó a los fieles a ser buenos guadalupanos y buenos cristianos, al tiempo que recordó pasajes de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac a Juan Diego.
El recinto lució completamente abarrotado, en una noche sin duda muy especial, previo a Las Mañanitas que a las 12 de la noche se entonaron para celebrar en su día a la Guadalupana, a la morenita del Tepeyac y, posteriormente, el templo permaneció abierto para la veneración de la Virgen hasta el amanecer.
En esta ocasión estuvo acompañada de la imagen del Cristo Negro de kinchil, que llegó desde el domingo para estar presente en la misa con la que el arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, hizo oficial el nombramiento de esta parroquia como santuario guadalupano.
Antes de llegar a la parroquia, sobre la misma calle 69, como es tradición desde hace más de 30 años, las familias Valladares Domínguez, Vázquez Dominguez y Esquivel Dzib, realizaron en su domicilio el novenario a la Virgen de Guadalupe, cuya imagen llevan en peregrinación por calles aledañas.
“Terminando las fiestas a la Virgen de Guadalupe vamos a poner el pesebre, que es una tradición que este año cumpliremos, si Dios lo permite, 77 años desde que lo comenzó mi madre”, comentó el señor José Miguel Vázquez Domínguez.
Hoy 12 de diciembre estaba programado que desde las 6 de la mañana se le llevaran de nueva cuenta Las Mañanitas a la Patrona de México y Emperatriz de América, y a las 7 de la mañana dio inicio la primera misa, siguiendo las de las 9, 10 y 11 que impartió el pbro. Gilberto Pérez Cen.
La misa de las 6 de la tarde la oficiará el arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, con indulgencia plenaria; y la Eucaristía, a las 8 de la noche, estará a cargo del arzobispo emérito, monseñor Emilio Carlos Berlie Belaunzarán.
Se espera que entre el 11 y 12 de diciembre, se reciban a más de 6,000 personas por las celebraciones.
Texto y fotos: Manuel Pool