Hace 47 años fue descubierto el cráter de Chicxulub

En junio de 1980 un grupo de investigadores de la Universidad de California formuló por primera ocasión la teoría, tras una exhaustiva investigación, del impacto de un meteoro que borró de la faz de la tierra a los dinosaurios.

En ese entonces, el físico mexicano Luis Álvarez y otros expertos presentaron la teoría “Extraterrestrial cause for the Cretaceous–Tertiary extinction”, en la famosa revista Internacional Science.

A partir de este proceso de investigación y nuevas evaluaciones y propuestas sobre la evolución del ser humano, se conoció el planteamiento, por primera vez, de la teoría del impacto de un cuerpo extraterrestre sobre la Tierra hace aproximadamente 66 millones de años, que causó la extinción masiva de especies, hacia finales de la era Mesozoica.

En 1989, a partir de los trabajos de exploración de los físicos Antonio Camargo y Glen Penfield para Petróleos Mexicanos (Pemex), en la plataforma carbonatada de Yucatán, en el Golfo de México, se identificó por primera vez un cráter de alrededor de 200 kilómetros de diámetro, que fue reconocido en 1991 por Hildebrand y colaboradores, como el cráter de impacto Chicxulub.

A partir de entonces y bajo minuciosos procesos de investigación de distintos organismos internacionales, entre ellos la NASA, que se ha seguido y publicado una serie de artículos, temas y teorías sobre este hallazgo y sobre las causas y distintos efectos que produjo este meteoro.

Tanto investigadores mexicanos, como documentados especialistas internaciones en disciplinas como la geología, física, matemáticas, astronomía y química han dado puntual seguimiento a tareas científicas que sirven de aportes a nuevos descubrimientos.

Por las condiciones en las que se han registrado sus orígenes y desarrollo es considerado el cráter mejor conservado en el registro terrestre del planeta y el más reciente entre los cráteres de grandes dimensiones.

Su formación se vincula con el impacto de un asteroide de alrededor de 12 kilómetros, que afectó el sistema climático y el ambiente a nivel global, provocando la extinción de alrededor de 75 por ciento de las especies, incluidos los dinosaurios.

Recientemente, en 2016, el International Ocean Discovery Program (IODP) emprendió la Expedición 364 Cráter de Chicxulub, que consistió en la perforación de un sitio en la plataforma continental de Yucatán y contó con la participación de un equipo internacional de científicos.

Ahí, los docentes mexicanos Mario Rebolledo Vieyra, investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán A.C. (CICY) y Jaime Urrutia Fucugauchi y Ligia Pérez Cruz, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dieron sus experiencias para conocer con mayor detalle procesos químico-físicos sobre rollos de material extraídos de estas perforaciones.

Al día de hoy, la odisea denominada Expedición 364 mantiene un seguimiento en universidades de Alemania, Estados Unidos, Reino Unido y México para ampliar la gama de procesos científicos que permitirán tener nuevas teorías y aportaciones a los procesos de cambio climático que presentó nuestro planeta hace 66 millones de años.

A 47 años del hallazgo del cráter de Chicxulub, quedan nuevas propuestas por descubrir sobre este gran anillo de tierra que tiene presencia tanto en la zona continental de la península de Yucatán, como en la zona del litoral donde se continúan las investigaciones, con aportaciones y nuevas teorías sobre la evolución de las especies y el cambio climático.

Acom

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