Atardece en Sevilla, y del tiesto que hay en el balcón de una calle con arte se escapa un pétalo de rosa, un pétalo blanco, blanco como la pureza y la verdad y el amor sincero. La niña de la ventana de abajo contempla còmo el pétalo desciende, volando, lento como lenta es la muleta de José Tomás cuando la arma y la prepara para el nacimiento de una faena…
Allá, el sol arranca a Sevilla destellos de crepúsculo de duende…
El pétalo vuela. Vuela a media altura. Roza el suelo a veces, como si lo besara. Y vuelve a elevarse en la tarde bonita de enero. Abajo los niños juegan en María Luisa y ríen, y sus risas embellecen la vida. Pasa cerca de la Maestranza el pétalo, y susurra ole al pasar, y alguien en la calle dice ole también. Ve a una abuela paseando un perro, a Pepe soñando una tarde, a una niña montando en bicicleta. Sabe el pétalo que la primavera asoma…
Primavera con esquinas de esperanza..
Y vuela y vuela, con el volar torpe del ave que lo hace por vez primera… Apenas se ve, no más se intuye su silueta blanca, su contorno fino… terciopelo de esencia y delicadeza en el aire sevillano… Vuela y vuela el pétalo, y por la ventana se cuela… El niño que está dormido respira sereno arropado por las sábanas, tan llenas de blancura como de amor, sábanas que le cuidan y miman…
Y la niña, la hermanita del niño enfermo, observa al pétalo deslizarse sobre las mejillas del pequeño, con ternura… Y ella sonríe…
Dedicado a José Tomás
Dedicado a todos los que nos estamos moviendo a la vera de José Tomás
Dedicado a Luis Carrasco, sus hermanos, y sus padres