En el marco del Miércoles de Ceniza, el Arzobispo de Yucatán, Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, invitó a la feligresía a realizar, además de ayuno y oración, actos de caridad como una manera de mostrar arrepentimiento y deseos de conversión y de esta manera, después de 40 días, llegar purificados a celebrar la Pascua de Jesucristo.
Antes, en el Evangelio, se criticó duramente a quienes practican sus obras de piedad como dar caridad de manera pública y “con trompeta” con el único fin de recibir halagos, y también a los hipócritas que oran de pie en las sinagogas y en las esquinas con la intención de que los demás los vean, por lo que Monseñor Rodríguez Vega inició su Homilía con la frase: “Que quede en secreto y el Padre lo recompensará”.
El prelado dijo que la limosna es una muestra de amor hacia los más necesitados, a quienes reconocemos como hijos del Señor y como nuestros hermanos, y dar ese amor al prójimo es lo que da sentido y autenticidad a la oración, que es el medio para retornar al señor. Recordó que la recomendación de antaño era repartir entre los pobres lo que no se gastaba como alimento en día de ayuno.
Lamentó que en la actualidad sean pocas las personas que guardan como debe ser la práctica de la penitencia de ayuno y abstinencia.
“Ahora dicen que cuenta más hacer cosas buenas, que hacer ayuno, pero a diferencia de las dietas que están de moda y que dejan anoréxicas a las mujeres que están más preocupadas por su apariencia física, el ayuno si tiene provecho espiritual, porque es un acto de purificación interior para dominar nuestro cuerpo, rendir cuentas a Dios y fortalecer nuestro espíritu para hacer frente al mal”, subrayó.
Recordó que el signo de la ceniza se usaba desde el antiguo testamento y tiene un significado muy especial, el reconocer que estamos sucios con el pecado y que necesitamos enmendar el camino para ir al encuentro del señor. “Aún estamos a tiempo para buscar la salvación”, recalcó.
Texto y fotos: Manuel Pool
