Arzobispo pide orar por la unidad en México, porque está dividido

El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, pidió orar por la unidad de México, que está tan dividido, donde nadie puede vivir en la gracia de Dios si no contribuye a crear o fortalecer la unidad, para que se haga realidad lo que Cristo pide, y que nosotros pedimos junto con él: “Padre, que todos sean uno” (Jn 17, 21).

Dijo que todos los pecados destruyen la unidad, lo que hay actualmente detrás de todas las crisis por las que se pasa es precisamente el pecado.

Agregó que todo pecado es, al mismo tiempo, una falta a la dignidad humana. El pasado 2 de abril el Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicó una Declaración llamada: “Dignitas Infinita”, que significa “Una Dignidad Infinita (D. I.)”, la cual quiere trasmitir la enseñanza de la igual dignidad de todo ser humano, una dignidad que nunca se pierde, aunque haya circunstancias que impiden manifestarla como es debido.

Explicó que, para los cristianos, esta dignidad humana está fundamentada en el hecho de que fueron creados a imagen y semejanza de Dios; en el hecho de que fueron recreados por la encarnación, muerte y resurrección de Jesús.

“Al tomar nuestra condición humana, Cristo clarificó la innegable dignidad de todo ser humano, dice el número 21 (D. I.) que la Iglesia cree y afirma que todos los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios y recreados en el Hijo hecho hombre, crucificado y resucitado, están llamados a crecer bajo la acción del Espíritu Santo para reflejar la gloria del Padre, en aquella misma imagen, participando de la vida eterna (cf. Jn 10, 15-16.17, 2224; 2 Cor 3, 18; Ef1, 3-14)”, refirió.

Agregó que, en efecto, la Revelación (…) manifiesta la dignidad de la persona humana en toda su amplitud.

Mencionó que, en el santo evangelio de ayer, según san Lucas, vuelven a la noche del domingo de la resurrección del Señor, cuando Jesús aparece en medio de ellos y les ofrece su saludo de paz.

“Los apóstoles estaban atónitos, y no podían dar crédito a lo que estaban viendo. Por eso Jesús les ofrecía sus llagas de pies y manos para que las palparan y se convencieran. Pero como seguían paralizados, les pidió algo de comer y se sentó a comer delante de ellos”, agregó.

Refirió que todas estas dudas e inquietudes de los apóstoles nos hablan de la realidad de la cruz, Jesús no se molesta con ello, sino que les ofrece la seguridad de que está vivo, porque ellos serán los primeros testigos de la realidad fundamental de nuestra fe: la resurrección de Cristo de entre los muertos.

“Nosotros, ¿qué pruebas necesitamos? Tenemos una herencia maravillosa, que viene desde aquella noche santa, de boca en boca, el testimonio de los apóstoles, que llega hoy hasta nosotros, que repetimos juntos todos los domingos al recitar de nuevo hoy el Credo de todos los cristianos. Dichosos nosotros por haber creído y qué triste vida la de aquellos que no pueden creer y que confían sólo en la ciencia, por no poder ver más allá de las creaturas”, añadió.

Recordó que la verdadera ciencia es la de Dios y nos revela los detalles de lo que Dios ha hecho por nosotros, miles de millones de personas siguieron el eclipse de sol el pasado lunes ocho de abril, pero no todos llegaron a mirar más allá, a la sabiduría de aquel que es la Causa primera de cada acontecimiento en la naturaleza.

Aseveró que buscar la santidad es un volverse a Dios diariamente para que Él nos perdone nuestros pecados y así nos santifique, que el Señor abra también nuestra mente para entender las escrituras, pero antes, nos toca a nosotros acercarnos a la Escritura para leerla, meditarla y escucharla en la Iglesia, con la Iglesia y según la Iglesia.

Texto y foto: Darwin Ail