Con el Pentecostés se celebra el nacimiento de la Iglesia: arzobispo

El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, explicó que en el Pentecostés se celebra la llegada del Espíritu Santo y con la que concluimos el santo tiempo de la Pascua. “En Pentecostés celebramos el nacimiento de la Iglesia”, dijo.

 La primera lectura de hoy, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, nos narra el acontecimiento de pentecostés. Era un domingo, habían pasado ya cincuenta días desde la resurrección del Señor y 10 días desde su ascensión a los cielos. Etimológicamente la palabra pentecostés viene del griego y significa 50. Ésta ya era una fiesta religiosa en Israel, que celebraban 50 días después de la Pascua Judía. Precisamente por esa fiesta de pentecostés habían venido judíos de varias naciones, así como también simpatizantes del judaísmo, hablando por lo menos, quince lenguas distintas, dijo ayer monseñor en la misa.

Aseveró que los apóstoles, junto con María, la Madre del Señor, y con algunos de sus discípulos, habían permanecido dentro del cenáculo, donde fue la Última Cena, haciendo oración en la espera del espíritu que Jesús les había prometido. “María ya había recibido al espíritu 33 años antes, cuando concibió en su seno al Hijo de Dios, y ahora recibió al espíritu santo para convertirse en Madre de la Iglesia naciente. El Papa Francisco instituyó hace pocos años la fiesta de María Madre de la Iglesia, que mañana (hoy) vamos a celebrar”, puntualizó.

Indicó que eran las nueve de la mañana y los signos de la llegada del espíritu santo fueron el viento impetuoso que sopló sobre la casa donde se encontraban, las llamas de fuego que se posaron sobre los Apóstoles, y la salida valiente de todos para anunciar por vez primera la buena nueva del Evangelio a la multitud que se reunió al ver aquel fenómeno del viento.

“Cada uno de los presentes entendía en su propia lengua lo que los Apóstoles predicaban. El mayor signo fue que, luego de la predicación de San Pedro, se bautizaron tres mil personas. Muchos siglos antes, los hombres que con soberbia construían la torre de Babel dejaron de entenderse porque el Señor confundió sus lenguas. Ahora en cambio, el Señor concede a todos entender la lengua de la fe”, enfatizó Rodríguez Vega.

 “La soberbia y el egoísmo, personal o comunitarios, siempre llevan a la desunión, mientras que la humildad lleva a la unidad y al diálogo fraterno. Detrás de la invasión de Rusia a Ucrania hay una gran soberbia de quien se siente con derecho de apoderarse de una nación que no le pertenece. También falta mucha humildad de parte de quienes se sienten con derecho a secuestrar, causar terror y asesinar, como acontece tantas veces en diferentes lugares de México. Con humildad podemos todos tener un diálogo auténtico y superar nuestras diferencias”, señaló.

Mencionó que el Espíritu Santo es factor de unidad para todos cuanto lo reciben de corazón, pues nos lleva con humildad a reconocer la grandeza de nuestro Redentor, y de su amor por nosotros. En torno a Cristo podemos reconstruir la unidad de las familias y de todos los grupos humanos.

El salmo de este domingo es el 103, con el cual aclamamos: “Envía, Señor tu espíritu, a renovar la tierra”. La renovación se logra cuando cada uno se deja transformar por el espíritu, se deja moldear por él, porque jamás el Santo Espíritu nos va a forzar a nada, y porque además la tierra se renueva cuando cada persona se va renovando. La segunda lectura, tomada de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios, nos habla de la obra del espíritu en cada uno de nosotros, porque “Nadie puede llamar a Jesús ‘Señor’, si no es bajo la acción del espíritu santo” (1 Cor 12, 3). Y así es, nadie puede decir, pensar o hacer nada bueno, si no es con la ayuda del espíritu. Posteriormente la lectura nos habla de la unidad que vive la Iglesia, ya que todas las actividades, carismas y ministerios se realizan por el espíritu que se manifiesta en todo y en todos, detalló.

Expresó que en el santo evangelio del día de hoy, según San Juan, se nos presenta al resucitado manifestándose vivo en medio de sus Apóstoles, el mismo día de la resurrección, ofreciéndoles su paz y transmitiéndoles su espíritu. Dice el texto que Jesús “sopló sobre ellos y les dijo: Reciban al espíritu santo…” (Jn 20, 22). La interpretación teológica de San Juan nos presenta el don del espíritu desde la misma cruz y desde el primer día de la resurrección, abundó Rodríguez Vega durante la homilía de ayer domingo.

Texto y foto: Darwin Ail