Consejos y claves para pacientes con artritis: mejora tu calidad de vida

Cuando se padece artritis reumatoide se han de cambiar en ocasiones aspectos de la vida cotidiana y adaptarlos a la nueva situación. Hay que saber que, junto al reumatólogo, hay un grupo de profesionales que disponen de experiencia por haber ayudado a otras personas con esta enfermedad. Es cierto que la artritis reumatoide no tiene en el momento actual un tratamiento curativo, lo que no significa que no exista tratamiento alguno. De hecho, existen tratamientos que permiten controlar la enfermedad en un porcentaje apreciable de personas. Es importante señalar que la colaboración entre el médico y el enfermo es fundamental para el control de la artritis reumatoide.

Aquí tienes algunas recomendaciones a seguir si padeces artritis reumatoide:

1) Hay que evitar en lo posible una vida agitada con una gran actividad física o con estrés psíquico. Conviene dormir una media de 8-10 horas nocturnas. Es bueno comenzar el día con un buen baño de agua caliente que contribuirá a disminuir la rigidez o el agarrotamiento articular matutino.

2) En cuanto al trabajo, si es posible evitar, actividades que precisen esfuerzos físicos, obliguen a estar mucho tiempo de pie, o necesiten de movimientos repetitivos, sobre todo con las manos.

3) En el trabajo doméstico hay que evitar hacer fuerza con las manos, como abrir tapaderas, retorcer ropa, presionar fregonas, etcétera. En algunas ortopedias se encuentran utensilios de gran ayuda para las tareas domésticas.

4) Si quieres hacer deporte, es conveniente montar en bicicleta sobre llano, nadar o pasear.

5) Durante el reposo es importante mantener una postura adecuada, las articulaciones no deben permanecer dobladas, hay que procurar tener los brazos y las piernas estirados. Es recomendable poner una tabla bajo el colchón y utilizar una almohada baja.

6) La obesidad supone, obviamente, una carga adicional para las articulaciones de caderas, rodillas y pies, por eso es aconsejable evitar el sobrepeso.

7) En cuanto al cuidado de las articulaciones, una articulación inflamada debe ser mantenida en reposo, la sobreutilización de la misma puede favorecer que se produzcan daños irreversibles en los huesos que forman la articulación.

8) Una vez que la inflamación ha pasado, se pueden realizar ejercicios que preserven el movimiento. Sin embargo, incluso durante la inflamación articular, es muy conveniente mantener una buena musculatura en torno a la articulación inflamada, pero sin mover la articulación. Es útil aprender a contraer los músculos situados alrededor de una determinada zona inflamada. Para ello se pueden realizar los denominados ejercicios “isométricos”, que sirven para fortalecer músculos y huesos.

9) Mantener contracciones musculares de 20 segundos de duración, 10 veces al día, proporciona un adecuado tono muscular. El uso de dispositivos que mantienen la posición correcta de los dedos de las manos (férulas) durante la noche, aunque resulta algo incómodo inicialmente, previene deformidades futuras.

10) Hay que prevenir las infecciones en los pacientes con artritis reumatoide. Entre otras medidas, es recomendable aplicar las vacunas habituales, nunca con microorganismos atenuados si está en tratamiento inmunosupresor, evitar el contacto con enfermos tuberculosos, y hacer profilaxis con isoniazida cuando corresponda, así como mantener una higiene dental escrupulosa.

11) Es aconsejable eliminar el consumo de tabaco para todos los pacientes con artritis reumatoide.

Tratamiento

Para el tratamiento de la artritis reumatoide se requiere un enfoque multidisciplinar; es precisa una relación constante entre fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, podólogos, servicios sociales y cirujanos para estar al día de los progresos del paciente y de los nuevos desarrollos terapéuticos.

Los medicamentos que se utilizan para la artritis reumatoide tienen efectos secundarios, por tanto, cualquier tratamiento a aplicar implica la necesidad de considerar que es mayor el beneficio que el riesgo. Además, el carácter variable de la enfermedad obliga a reajustar el tratamiento en un mismo paciente. Al final será el enfermo quien decidirá si asume el tratamiento después de disponer de toda la información posible.

El tratamiento de la artritis reumatoide se puede clasificar en varios grupos:

Un grupo engloba los medicamentos que se encargan de aliviar el dolor y la inflamación a corto plazo; estos son útiles para disminuir la inflamación y sobrellevar el dolor del “día a día”, pero no intervienen en la evolución de la enfermedad a largo plazo. En este grupo se incluyen los antiinflamatorios y los corticoides.

Otro gran grupo incluye fármacos que no sirven para el dolor en un momento determinado; si no que actúan haciendo que sea menor la actividad de la enfermedad a largo plazo, es decir, retrasan la progresión de la enfermedad.

Fármacos biológicos: cuando no se consiguen los objetivos con los medicamentos anteriores se aconseja iniciar un tratamiento con anti-TNF (infliximab, etanercept, adalimumab) o tocilizumab. Están en desarrollo otros fármacos para añadirse a este espectro de herramientas terapéuticas en un futuro próximo.

Otros procedimientos: infiltraciones de las articulaciones con corticoides, cirugías correctoyras de algunas deformidades, férulas u otros dispositivos ortopédicos, etcétera.

Agencias

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