Ginder Peraza Kumán
El precio de un pasado tormentoso
El enfrentamiento entre los taxistas afiliados al Frente Único de Trabajadores del Volante (FUTV) y los que laboran con base en plataformas digitales, principalmente Uber, acaparan los últimos días la atención de los yucatecos. El más reciente capítulo de esta saga fue la salvaje golpiza que recibió un veterano conductor de esa empresa internacional presuntamente a manos de taxistas “tradicionales”. En una reacción casi increíble, las autoridades estatales detuvieron en menos de 24 horas a dos de los presuntos agresores, frenando así, por lo menos de momento, la oleada de críticas que generó en la ciudadanía el ataque al chofer “independiente”.
Si hacemos caso omiso a las dudas que genera en algunas personas esa reacción policiaca tan rápida y tan poco común en casos que no tienen un aparente costo político, y sin preguntarnos si los dos detenidos son en realidad presuntos involucrados o simples chivos expiatorios, hay dos puntos que nos gustaría resaltar aquí:
- Las pocas simpatías que genera el FUTV entre los yucatecos, sobre todo entre los jóvenes que han crecido en un entorno de impunidad y corrupción que los ha hecho escépticos en todo cuanto involucra a la autoridad, esas escasas simpatías, repetimos, tienen un motivo, nos parece, en el convencimiento de que el Frente ha sido a lo largo de su historia un satélite de gobiernos priistas, un aliado incondicional que siempre ha estado del lado del poder y prácticamente nunca de parte de los ciudadanos comunes.
En el arranque de cada campaña política los primeros en unirse a los candidatos tricolores, pegando en sus vehículos mensajes e imágenes de campaña, han sido los choferes del Volante, que también se han sumado a esos políticos cuando se requieren sus servicios de transporte, y hasta se les ha involucrado en agresiones directas a candidatos de oposición.
Conocemos a choferes del FUTV que son unos caballeros, que ofrecen un trato amable a sus pasajeros e incluso son capaces de sostener con éstos una conversación entretenida y provechosa. Pero la fama que les ha dado su pasado político es ineludible, inevitable e imborrable. Y si a esto le agrega usted que no pocos han sostenido a lo largo de los años una actitud prepotente contra quienes no están a bordo de sus unidades, el panorama está completo para explicar el rechazo social –muy palpable sobre todo en las ahora omnipresentes redes sociales– contra esos sindicalizados y sus máximos líderes.
El FUTV tiene que entender y aceptar ese rechazo y su origen, y decidirse a enmendar su imagen.
- La forma de ser, vivir y actuar de los yucatecos, igual que la de los habitantes de casi cualquier parte del mundo, ha cambiado aceleradamente en los últimos años, y parte de esa transformación incluye el uso de recursos tecnológicos que las personas de más de 30 ó 40 años ni siquiera imaginaron. Así, para las nuevas generaciones el uso del celular inteligente es irrenunciable, y el aparato sirve para cada vez más cosas, incluyendo las solicitudes de servicio de transporte.
El Volante también tiene que entender, si todavía tiene alguna esperanza de sobrevivir a mediano y largo plazos, que no habrá marcha atrás en el creciente uso del celular, en la aparición de aplicaciones (App’s) que combinadas con éste hacen más sencillas muchas tareas, y en el surgimiento de servicios como las plataformas de transporte Uber, Ryde & Go y Big Driver, que sólo responden a la demanda de las nuevas generaciones y su estilo de vida.
La visceral demanda (y el hecho de que tal exigencia sea apoyada por organizaciones sindicales de otros estados del país no le quita esa cualidad) de que Uber y similares sean expulsados del país resulta así también irracional. Es como si a usted no le gustara un aspecto de lo que hoy conlleva el uso de internet, y pidiera que esta herramienta universal y sumamente provechosa sea desterrada de México. Una tontería.
El FUTV, rezago del corporativismo y clientelismo característicos de los casi 70 años de partido único, nunca se imaginó una competencia como la que ahora tiene con las plataformas digitales. Beneficiario del sistema de concesiones diseñado para provecho solamente de los aliados del poder, poco se ocupó por mantener un nivel de calidad alto en sus servicios, y menos le preocupó la forma en que la ciudadanía percibía a sus choferes.
Durante muchos años, en Yucatán, Campeche, Quintana Roo y casi cualquier parte del país, funcionarios de todos los niveles, empresarios financiadores de campañas y hasta periodistas corruptos soñaban con que algún personaje poderoso del sistema les regalara aunque sea un juego de placas de taxi, para explotar esa concesión y tener un ingreso seguro de por vida. Y si se daba el caso, después de varios años, vender esa concesión a precio elevado para tener dinero en efectivo. Muchos lo hicieron, muchos lo siguen haciendo, incluso quienes están en las primeras esferas de gobierno, ya sea para su propio beneficio o el de sus amigos, familiares muy cercanos o amantes.
El surgimiento de empresas como Uber y similares ha venido a romper ese coto de riqueza y corrupción. Eso es, en el fondo, lo que estamos viendo. De eso se tratan los enfrentamientos que se llevan entre las patas a los usuarios del transporte urbano.
Hoy, con el programado paro de taxistas que ha organizado el FUTV, veremos otro capítulo de esta historia que parece estar llegando a un final nada feliz, sino más bien penoso y desestabilizador.