Fuera llovía. Dentro de la casa los hermanos, que eran cinco, estaban enojados, tristes, y rebeldes. La única de las niñas estaba enferma, un típico proceso infantil la obligaba a guardar cama. Otro de los pequeños debía también reposar, se había roto un dedo de un pie. El mal tiempo les desanimaba… La abuela, sabia y dulce como todas las abuelas, tuvo una idea hermosa. Mientras organizò la cocina para que mamá preparara una deliciosa tarta de frutas saliò a la calle bajo la lluvia. Y regresò con un regalito idéntico para cada niño. Se trataba de un pin. Representaba unos pies… Los pies de los peregrinos que caminaban a Santiago de Compostela. Y la abuela les hablò a los chiquillos del camino. De su belleza. De su dureza. Del sacrificio que implicaba, y de lo bonito que era hacerlo y terminarlo. De la alegría del peregrinar. De la alegría que había que mantener encendida siempre! Y los niños comprendieron. Y apreciaron mucho tan significativo obsequio… Dedicado a mi hermana y a Marta Dedicado a Luisito Dedicado a un genio Dedicado a Ana Filgueras, no encuentro ahora ninguna palabra de consuelo para su dolor Dedicado a cada caminante
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