El padre Raymundo: entre el púlpito y las estocadas

Rayito, como le conocen, ha encontrado en la tauromaquia una pasión que solo puede explicar debido al ambiente donde creció y vivió

Por allí del 2011, en el municipio de Tecoh de Valladares, se hizo famoso el caso de un sacerdote católico que por azares del destino entró al ruedo en una corrida de toros, lo que encantó a la gente y cautivó a los medios de comunicación, al punto que la noticia llegó a medios internacionales y fue una de las tendencias en redes sociales, las cuales empezaban a tener mayor presencia entre la sociedad, así lo recuerda el presbítero Raymundo Perez Bojórquez, actualmente responsable de la parroquia de San Antonio de Padua, en Tekit.

El padre Raymundo, también conocido como “Rayito”, se describe a sí mismo como alguien de carácter alegre que le gusta la broma y el vacile, aunque también serio cuando las circunstancias lo amerita. Él ha encontrado en la tauromaquia una pasión que solo puede explicar debido al ambiente de comunidad que tuvo donde nació y creció al interior del estado, en el municipio de Hunucmá, gusto que ha logrado congeniar con su responsabilidad religiosa.

Nos comentaron que se le conoce como el padre torero, ¿por qué?

Bueno sí, ciertamente me gusta mucho la fiesta brava, lo taurino, me apasiona mucho desde muy pequeño la verdad, como a todos los que crecemos en el ambiente de una comunidad, sobre todo el interior del estado. Yo soy originario de Hunucmá y desde muy pequeño me han gustado las fiestas de nuestros pueblos, bueno ahora en la pandemia ya han cambiado, pero antes no se podían entender sin la corrida de toros, sin ir a la procesión del Santo; en mi caso allí en Hunucmá, de la Virgen de Tetiz, y disfrutar de los juegos mecánicos y de todo lo demás.

Me apasionaba desde muy pequeño, y pues la bonita relación que hay con la familia Conde Medina, hasta un poquito de parentesco, pero más que nada la relación de amistad con ellos, con Luis con Cristina, con todos ellos; y siempre había ido a la ganadería de ellos, ahí empezó la cuestión, aunque fíjate la situación de empezar estar en los ruedos fue en Sotuta, cuando fui párroco allí. Descubrí que allí la fiesta se pone buena, entonces pensé “hay que hacerle algo mejor” y ya con Michelito y André, cuando apenas eran unos chavitos todavía, tuve la promesa y la apuesta de que yo entrara a echar unos capotazos y pues ahí empezó.

¿Se considera un muy buen torero?

Digo, no soy un gran torero, soy un aficionado práctico, pero luego ahí empezamos a entrar en los ruedos, primero en Sotuta, después en Tibolón, después en Tecoh que fue donde se proyectó más y pues llegó hasta cadena nacional e internacional.

¿Cómo le ha afectado la pandemia?

Pues ahorita estamos así en “stand-by”, pues todavía no hay festejos pero bueno es un poquito eso, pero creo que una de las cosas que me ha gustado mucho también es la cercanía con la comunidad, con la gente, con los chavillos, con los jóvenes, con los matrimonios. Me gusta, me gusta, tal vez no lo debo decir yo mismo, pero creo que mi carácter es un poco así de broma, del vacile pero de lo serio obviamente también.

Cuéntenos, ¿cómo se dio que entre al ruedo?

Yo estaba buscando quien me apoyara para una corrida en beneficio a la parroquia, y pues fui a ver a don Michelle “el matador”, entonces quedamos en un acuerdo de que yo entraría y ahí quedó la cuestión, fue donde comenzó una amistad muy bonita. De hecho André “El Galo”, que así se llama ahora como torero, es mi ahijado de confirmación pero no de alternativas sino del sacramento, pues hay mucha cercanía con ellos, una bonita amistad y todo.

Pero comenzó la cuestión por una apuesta, porque creo que iban a viajar, estoy recordando ahora, tenían que viajar a Francia y yo le dije: “no seas malo por favor apóyame”, y me dijo: “bueno, padre, lo apoyamos pero si usted entra al ruedo”, pues entro y ya así comenzó todo.

¿Eso de que le gusta la velocidad es porque conduce rápido o participó en alguna carrera?

No, no, como adolescentes todos tenemos nuestros momentos, yo aprendí a manejar coche desde que tenía 11 años y digo siempre he sido gordo y grandote, entonces una vez me dijo papá: ¿Sabes qué? Te voy a enseñar manejar; y pues agarré las llaves, arranqué la camioneta, allí aprendí como otros chamacos en la edad de la locura, ya que no mides nada porque estás chiquito.

¿Cómo ha congeniado su gusto por la fiesta brava con su responsabilidad en la iglesia?

Como en todo siempre habrá, y seguramente has visto algunos mensajes y comentarios en redes sociales, al principio se hizo más público todo esto en Tecoh y con los periódicos y la radio ya se había difundido, entonces comencé a recibir mensajes de que era cura asesino y ese tipo de cuestiones, pero en realidad todos tenemos afición por algo, a mi me encanta el fútbol, me encanta el basquetbol, me gusta mucho el deporte. Como otros tiene una afición, así como veo a la gente ahora con el “Checo” Pérez en Fórmula Uno, bueno a mí me gusta también la tauromaquia y las dos son válidas.

Además tiene un ritual que congenia mucho con la religión, tiene esa liturgia bonita de cada momento de la fiesta brava, ciertamente como en todo hay sacrificio, que por otra parte, puede parecer un sacrificio muy cruel desde un punto de vista muy respetable.

Pero también para los que vamos mirando de un modo un poquito más profundo, o sea, desde la procesión, sabemos que es parte de la vida porque siempre conlleva sacrificios, y por todo esto, no está peleada una cosa con la otra. Yo vuelvo al mismo punto de mi infancia, que es parte de nuestra misma idiosincrasia, como yucateco sobre todo tenemos muy arraigado esto, no se puede entender las fiestas de nuestros pueblos sin estas tres partes: el culto al santo patrono, los juegos mecánicos y los toros.

Texto y fotos: Diego Cervantes

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