¡Haz lo correcto!

Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com

Una de las principales máximas de la filosofía estoica (que hoy se ostenta como principio rector y guía de la felicidad y el bienestar), escrita por uno de los principales filósofos del estoicismo, Marco Aurelio, es esta: “Haz lo correcto, lo demás no importa”.

Sin duda, toda nuestra vida, desde niños, buscamos siempre hacer lo correcto, equivocarnos menos, dejar de debatirnos entre la inquietud y la duda, hacer buen uso de nuestra libertad. ¿Pero cómo?.

Marco Aurelio (el rey filósofo) vivió en una época difícil para la Roma de su tiempo. Pero qué época no lo es para toda vida humana, siempre a reserva del temor, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte que acontecen como cosa usual de nuestra naturaleza. 

Como emperador; Marco Aurelio se enfrentó a una pandemia, presente durante todo su reinado, y que mató alrededor de seis millones de personas, además de enfrentar siempre las luchas constantes (por 20 años) contra los enemigos de Roma. Vio morir casi a toda su familia; abuelos, padres, hijos, esposa, a quienes enterró con lágrimas.

¿Cómo evitar el dolor cuando este se hace presente?, ¿a quién o cómo reclamar por nuestras calamidades?, ¿a qué se refiere el estoicismo?, ¿qué quiere decir ser estoico?. Sin duda y más allá del sentido directo que se le da al término, que se refiere a la fortaleza y resistencia ante el dolor y el sufrimiento, también se relaciona con la bondad, la virtud, la sencillez y la dignidad; cualidades, todas, que poseía Marco Aurelio.

Sin embargo, quinientos años antes, fue Zenón de Citio quien creó esta filosofía, inspirado en la virtud y la bondad de Sócrates. Se cuenta que Zenón, nacido en Citio, ciudad en la isla de Chipre, era un hombre acaudalado, dedicado a la venta de púrpura, color con el que se teñían las ropas de reyes y nobles, y cuyo costo valía una fortuna. 

Se cuenta que Zenón en uno de sus muchos viajes, naufragó cerca de Atenas, perdiendo barco y mercancía. Más que lamentarlo, Zenón le atribuyó aquella desgracia al destino, porque fue lo que le permitió quedarse en Atenas y preguntar por Sócrates que hacía cien años había muerto, para volverse él mismo un filósofo.

Sin duda, hay que aceptar el destino -dice Marco Aurelio-. Y ante las situaciones más adversas y más dolorosas, mostrarse ecuánime. “Soportar las desdichas con dignidad” -dice textualmente-. “Soy afortunado -escribe en el libro IV de sus Meditaciones-, porque a pesar de lo que me ha ocurrido, persisto hasta el fin sin afligirme, ni me abrumo por el presente, ni me asusto por el futuro”.

En la vida, presente o futura, lo más importante son las decisiones que tomamos a diario, qué hacer en el día y cómo aprovechar bien nuestro tiempo. ¿A qué causas servimos?. Y en los momentos difíciles; ¿a qué principios nos apegamos? De aquí que lo más prudente, de acuerdo a los principios fundamentales de la filosofía estoica, es actuar con valor, moderación, justicia y sabiduría. Apegados siempre a la naturaleza misma de nuestra alma, rectora de nuestro espíritu.

Hacer lo correcto deviene siempre de almas buenas, en paz y sosegadas. Un alma enferma o perturbada, nunca actuará correctamente. Hoy la psicología y la neurociencia nos dan evidencia de ello.

Las premisas del estoicismo son muy concretas en este sentido. Estar bien o ser felices, no se debe más a la voluntad o al derecho de serlo, que a lo que hace y permite que realmente suceda. La felicidad -dice Marco Aurelio- no es aquello que se persigue como fin último como escribió en su Ética Aristóteles, sino actuar conforme a la naturaleza. (Habría que consignar las dos filosofías para reflexionar en ello).

La muerte misma y el dolor derivados de nuestro desarrollo humano -escribe en sus Meditaciones-debe ser aceptado como se presentan. No con resignación, sino con fortaleza. “La pena de una desgracia no encuentra consuelo mejor, sino en la capacidad de soportarla”.