La bioética se rige por la ética

Insisto en la necesidad de instruirnos, para que no nos lleven al baile. El aborto, la eutanasia y los adelantos científicos son regidos por la bioética, y ésta a su vez se basa en la ética: Etsuo Tirado Hamasaki, “En defensa de la vida ética médica”.

La bioética se refiere a los temas propios de las ciencias biológicas, en especial cuando se trata de las actividades de investigación. Pero la Ética general, como ciencia filosófica que trata sobre la moralidad de los actos humanos, comprende también, por supuesto, los problemas que se presentan en la práctica médica. “Dame la ventaja de tus convicciones, si es que tienes alguna, pero no me vengas con tus dudas, que ya tengo bastante con las mías”. Goethe.

Vivimos en una época de continuos cambios, un sorprendente crecimiento, explosivo y sostenido, de los recursos tecnológicos, y tanto los que tienen una aplicación directa a la práctica médica, como los que no, presionan para producir profundos cambios sociales. Lo único constante en las últimas décadas, es el cambio.

Y se antoja que, en un mundo cambiante, dominado por el utilitarismo y el afán de lucro, la Ética es algo obsoleto, pasado de moda, fuera de lugar. Sin embargo, en épocas como la que nos ha tocado vivir, la Ética es más necesaria y actual que nunca. Más aún si nos referimos a la constante reflexión filosófica en el campo de la Ética, más que a limitarse a transmitir códigos legales.

La ética es una ciencia filosófica (en el antiguo sentido de ciencia, “conjunto ordenado de saberes”, y filosófica en cuanto conocer las cosas por sus causas).

Y es importante que se trate de una ciencia, que tengas sus reglas, sus fundamentos y sus leyes, porque todo grupo humano tiene una moral, y cuando uno observa que la moral cambia con el tiempo (de ahí que la expresión de uno de los clásicos “¡O tempora, o mores!” que significa “¡qué tiempos, qué costumbres!” siga siendo vigente) y que hay tantos códigos morales tan distintos y frecuentemente contradictorios, la conclusión lógica es que no pueden ser todos válidos a la vez.

Tiene que haber alguna forma científica de acercarse a la verdad. Así pues, la Ética es una ciencia que estudia la moralidad de los actos humanos, es decir, su bondad o maldad. Y los actos humanos son aquéllos en los que interviene la consciencia humana, aquellos que tienen intencionalidad. Sin intención, como ocurre en los actos meramente fisiológicos, no tiene sentido hablar si es o no moralmente bueno.

La intención es necesaria, pero no suficiente. Para que un acto sea objetivamente bueno, tiene que apegarse a unos principios que sirven de paradigmas.

Naturalmente se deben considerar las circunstancias que rodean a cada acto en particular, lo que ha dado lugar a la casuística. Originalmente creada para ayudar a los confesores, tiene una particular importancia en la reflexión ética referida a la práctica médica.

Y si bien las circunstancias cambian, por los cambios que ocurren en la sociedad, la historia, la tecnología, etc., los principios permanecen. Los más importantes los podemos encontrar ya en el Juramento Hipocrático.

Algunos de ellos son los siguientes: de beneficencia, de la No maleficencia, del respeto a la vida, de la equidad, del respeto a la privacidad.

El principio de Beneficencia consiste en buscar siempre en todos nuestros actos el beneficio del paciente. Hay que alejar cualquier otra intención, como el lucro, el poder o influencia política, el placer o cualquier otra ventaja que uno pudiera obtener.

El principio de la no maleficencia está expresado en el aforisma “Primum no nocere” (primero –o “ante todo”– no hagas daño) La vida humana es sagrada desde la concepción hasta la muerte. Merece respeto por el sólo hecho de ser humana, y de ahí nace la obligación de cuidarla y de no atentar contra ella.

Pero no el conservar la vida biológica a cualquier costo. Tenemos la obligación de mantener la vida con medios ordinarios, pero no hay obligación de usar medios extraordinarios. Los temas del aborto y la eutanasia son siempre polémicos y candentes. Pero no son nuevos. La prueba es que el Juramento Hipocrático los menciona.

Siempre, pero sobre todo en este siglo, se ejerce un auténtico chantaje moral sobre los médicos para que se presten a realizar acciones inmorales.

Lo más grave es que legislaciones de países “avanzados” (ricos y poderosos, con mucha tecnología, pero nada más) están autorizados el aborto y la eutanasia, con resultados muy conocidos pero poco difundidos, que se resumen en el “efecto resbaladero”: cada vez se cae más abajo.

Así empezó la Alemania Nazi, e incluso antes, así empezó la Rusia soviética (la hoy ex-URSS). Los problemas sociales que se usan como pretexto para que aceptemos como “mal necesario” el aborto o la eutanasia, son responsabilidad de toda la sociedad, no sólo de los médicos.

Por otra parte, asesinar nunca es la respuesta. Y lo que es peor, cuando los médicos aceptan participar como verdugos, como ejecutores, se desvirtúa la medicina: el médico está para aliviar el dolor y consolar.

Cuando se acepta provocar un aborto o una “eutanasia”, aunque la primera vez se haga con la mejor intención, se cae en una “instrumentalización” de la medicina, en otras palabras, en la prostitución.

Principio del doble efecto: Está muy claro que es ilícito provocar intencionalmente la muerte de un ser humano. El aborto intencional, y la eutanasia, han sido condenados desde el Juramento Hipocrático y la investigación ética moderna sigue rechazándolos como soluciones falsas.

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