Con la lana de las carreteras de cuota

El pasado 14 de diciembre, la Cámara de Diputados aprobó una moción de reforma del artículo 1916 del Código Civil Federal, que versa sobre el daño moral, particularmente el sexto párrafo que otrora establecía:

“Estarán sujetos a la reparación del daño moral de acuerdo a lo establecido por este ordenamiento y, por lo tanto, las conductas descritas se considerarán como hechos ilícitos:

I. El que comunique a una o más personas la imputación que se hace a otra persona física o moral, de un hecho cierto o falso, determinado o indeterminado, que pueda causarle deshonra, descrédito, perjuicio, o exponerlo al desprecio de alguien (…)”

para quedar del siguiente modo:

“I. El que comunique a través de cualquier medio, incluidos los electrónicos (…)”.

Mucho se ha escrito al respecto señalando que se trata de una ley mordaza o que el ordenamiento en cuestión es nuevo. En realidad, corresponde a aquello que alguna vez fuera calificado como “difamación” y que se despenalizó en el 2007. No es, por tanto, un contenido nuevo como lo refieren algunos.

Lo que sí constituye una novedad es haber incluido expresamente las palabras “a través de cualquier medio, incluidos los electrónicos”, abarcando a las llamadas redes sociales virtuales como Facebook o Twitter, por ejemplo.

Este es un intento que tiene como fin sentar un precedente en la regulación de los contenidos en internet de cara a las campañas y comicios del año próximo.

Aunque algunos colegas han regado la especie de que no se va a poder escribir ni a favor ni en contra de ningún candidato, so pena de caer en el supuesto del daño moral, y consiguientemente no se podría hablar de nada en absoluto, en el entendido que cualquier pieza informativa podría ser motivo de mortificación de los aludidos, el mismo código en su siguiente artículo, el 1916 Bis establece que “No estará obligado a la reparación del daño moral quien ejerza sus derechos de opinión, crítica, expresión e información, en los términos y con las limitaciones de los artículos 6o. y 7o. de la Constitución General de la República”.

Más aun, adelante aclara que “En ningún caso se considerarán ofensas al honor las opiniones desfavorables de la crítica literaria, artística, histórica, científica o profesional. Tampoco se considerarán ofensivas las opiniones desfavorables realizadas en cumplimiento de un deber o ejerciendo un derecho cuando el modo de proceder o la falta de reserva no tenga un propósito ofensivo.” En este orden de ideas podríamos establecer que la intención misma es la que establece el tenor del contenido.

Es decir, que, en el caso de los periodistas, profesionales de la información,  si en última instancia el contenido de lo publicado obedece al legítimo interés público por hacer del conocimiento general un determinado suceso, no podría alegarse tal daño moral.

No obstante, cabe preguntar entonces qué le espera a quienes sin intención evidente de zaherir a persona alguna, realizan los famosos “memes”, publicándolos en las redes sociales, porque en definitiva esto huele más que a Ley Mordaza a Ley Anti-memes, en un país en el cual es deporte nacional hacer burla de sus gobernantes desde tiempos de Don Porfirio Díaz y “El Hijo del Ahuizote”.

La caricatura política, por otro lado, es un género que consiste en exagerar los defectos tanto físicos como de personalidad de quienes son retratados como ridículos para ser percibidos sin el halo de endiosamiento, con el que sus correligionarios y sus feligreses les revisten con sus zalamerías y presentarlos como viles mortales en situación vulnerable y sin el poder que ejercen cotidianamente, en una revancha moral.

Mi estima y mi admiración con aquellos que realizan este importante oficio, que a veces informa de manera más rápida, efectiva y graciosa que estas líneas grises. Cuento entre mis queridos amigos a quien en lugar de ser caricaturista, prefiere ser nombrado cartonysta. Ojalá que el siguiente proyecto de estos apóstoles de la verdad consista en multarles cada vez que faltan a ella desde sus curules, estoy seguro que se juntaría más lana que los domingos en las carreteras de cuota.

Carlos Hornelas. 

Profesor, periodista y analista. No hay tema que no sepa diseccionar con precisión de cirujano. Experto en política y medios de comunicación.

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