Las palabras del viento

Es bastante común escuchar de todos los funcionarios y servidores entrantes que las cosas se harán esta vez, que es tiempo de cambiar, de mejorar, de trabajar con ahínco, con ganas, dando lo mejor de ellos y de sus equipos de trabajo.

Creo que darles el beneficio de la duda no solo es correcto sino que alimenta la esperanza que sentimos los ciudadanos cada vez que cambia una administración, la esperanza de que todo lo dicho se hará realidad pues en esta ocasión (como en todas las anteriores) serán otros los encargados de llevar las riendas.

Sin embargo, como cada vez que depositamos nuestros anhelos en la frágil vasija de la esperanza, es cuando empezamos a preocuparnos si la vasija aguantará, si la mesa donde se asienta está firme, si el piso donde se encuentra la mesa es parejo y si no hay algún sujeto de esos nefastos que abundan, queriendo soltar patadas debajo de la mesa. 

En esa administración nueva, donde las esperanzas del ciudadano se depositan, solo hay de dos sopas, o nos salen con lo mismo o se ponen a trabajar y en su trabajo se demuestra el cambio. No obstante, en ocasiones, nuestros servidores y funcionarios  creen que todavía siguen en campañas y no al servicio de todos, creen que solo lo dicho por ellos es correcto y que hay que acallar y avasallar a los opuestos y es normal, pues han estado más tiempo en campañas que lo que llevan de servidores y funcionarios pero, deberían de pensar que el tiempo que desperdician en "grillar" es tiempo que podrían ocupar en trabajar y así demostrarle a los rojos, azules, amarillos, naranjas, verdes, turquesas, rojo vino y principalmente al ciudadano, que las instituciones municipales, estatales y federales no son partidistas sino mexicanas, no son de "un" proyecto sino DEL proyecto llamado México y que sin importar cuanto tiempo estén ahí, las instituciones perdurarán y seguirán siendo del pueblo de México.

Que quede claro que no tengo nada en contra de depositar las esperanzas en los que toman las riendas, yo, como cualquier otro ciudadano lo hago con gusto y valga la redundancia, con esperanza pero, he tenido tantas desilusiones que ya me cuesta un poquito más y entonces veo de reojo cuando escucho algo que suena tan bonito que la pregunta de ¿cómo lo harán? me brinca como cartel luminoso en noche oscura.

El país, al igual que buena parte del mundo se acerca peligrosamente a una depresión económica y aunque algunos países del primer mundo podrán paliarlo con su producción interna, nosotros con nuestra alta dependencia de las divisas del petróleo, entre otras cosas, nos la veremos bastante complicado. Es por eso y sabiendo que lo único que podemos hacer es apretarnos el cinturón, reducir gastos, hacer eficaz, eficiente nuestro actuar y estirar hasta el último centavo nuestro presupuesto, sería lógico pensar que estas administraciones que tienen nuestra esperanza harían lo mismo, no, que digo lo mismo, harían mucho, mucho más para que los ciudadanos a su cargo tengan lo mejor… Bueno, se supone que así debería ser.

Entendiendo que estamos en el borde de una recesión económica, les agradecería a mis autoridades municipales, estatales y federales que no nos digan lo que queremos escuchar y sí, lo que tenemos que hacer. Verán, decirnos lo que queremos escuchar tal como "habrán más obras"; "habrá empleo para todos"; "seremos los mejores del país en…" es jugar con nosotros, es como si siguieran en campaña donde se dice lo bonito que será el futuro si les concedemos el deposito de nuestra confianza y esperanza. Hay una diferencia entre las campañas y la administración, no son ni cercanamente similares y por ende, no pueden ser tratadas de la misma manera. Necesitamos que nuestras autoridades municipales, estatales y federales no solo cuiden cada peso del presupuesto sino que lo hagan con el ejemplo, que vivan en austeridad (me refiero al presupuesto de la administración porque con los buenos sueldos que tienen, pueden obviar un poco la austeridad de todos los demás mortales) y más importante aún, que planeen y nos digan que hacer pues los servidores y funcionarios no sirven ni funcionan sin la sociedad y (a pesar de que algunos me crucificaran) la sociedad no funciona sin una administración.

No suelten palabras al viento con lo que queremos oír, a veces, la cruda realidad, directa y sin mentiras nos es más útil para mejorar. Ya no quiero sufrir desilusiones cada tres y seis años y escuchar en el eco de las esperanzas rotas las palabras del viento con promesas imposibles de cumplir.

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