Mérida es más alegre que China, dice hijo de un migrante asiático

Texto: Roberto Ojeda

Fotografía: Juliana Sepúlveda

EL JOVEN Brian Antonio Bai, de 18 años, es la muestra clara de la fusión que existe entre China y Yucatán, ya que su madre es meridana y su papá es chino; pasó los primeros 12 años de su vida en el país asiático y señala que las diferencias entre un pueblo y otro es la alegría que hay en Mérida.

“Antes de vivir en Mérida estuve en China por 12 años y otro año en Estados Unidos, y la principal diferencia que encontré es que es una ciudad muy tranquila, que sin importar que es lo que pase siempre están felices, eso es increíble y es una diferencia fundamental con China, porque allá siempre están preocupados por su vida”.

“Acá las personas viven el día a día y si tienen dinero se divierten con otras personas. En China las personas no se divierten y ahorran todo lo que tienen para algún día cumplir con el sueño ideal, que es tener una casa grande y un automóvil. Creo que ambas culturas tienen cosas positivas”.

Indicó que una muestra importante sobre la diferencia de ambas culturas es la visión que tienen de la muerte, ya que si bien tanto en China como en Mérida se recuerda a los ya fallecidos, la manera es muy diferente, pues en el país asiático se recuerda con tristeza y nostalgia, y acá todo es fiesta, celebración y color.

“Me encanta ir al Paseo de las Ánimas, desde el cementerio hasta donde termina, me parece espectacular”.

En la actualidad Antonio Bai está completamente adaptado a Mérida, incluso al calor y la humedad que se experimentan en la ciudad, pero no siempre fue así, ya que el aprender un idioma distinto le costó trabajo. También tuvo que adaptarse a la comida yucateca y a su intenso sabor.

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