RATIO ESSENDI

La razón de ser de la libertad de expresión 

Por Roberto A. Dorantes Sáenz 

Todo en este Universo tiene una razón de ser, cada ente tiene un porqué de su existir y de su esencia, así también la conducta humana tiene una razón de ser, un fin que perseguir, producto de una conciencia que es capaz de prevenir, meditar, desear algo y que esto conlleva a un resultado.

El día de hoy hablaremos sobre la razón de ser de la Libertad de Expresión. La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 19 nos dice: “que es un derecho universal que todo el mundo debe gozar. Todos tienen el derecho a la libertad de opinión y de expresión; éste incluye el derecho a mantener una opinión sin interferencias y a buscar, recibir y difundir información e ideas a través de cualquier medio de difusión sin limitación de fronteras”.

La Libertad de Expresión debemos considerarla de dos maneras, la primera de forma individual y la segunda a nivel de los Estados.

La Declaración de los Derechos Humanos nos indica: “que a nivel individual, la libertad de expresión es clave para el desarrollo, la dignidad y la realización de cada persona”.

“La gente puede obtener conocimiento acerca de su entorno y del mundo externo al intercambiar ideas e información libremente con los demás. Esto los hace más capaces de planificar sus vidas y de trabajar. La gente se siente más segura y respetada por el Estado si puede expresar sus opiniones”.

Ahora bien, para los Estados nos encontramos con lo siguiente: “A nivel nacional, la libertad de expresión es necesaria para que exista un buen gobierno y consecuentemente para el progreso económico y social”.

 Como ya vimos la Libertad de Expresión es un Derecho fundamental del ser humano, como integrante de una sociedad, derecho a participar en la vida democrática de su nación.

Este derecho tiene límites como lo indica el Artículo Sexto de la Constitución Mexicana: “La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público; el derecho a la información será garantizado por el Estado”.

Como podemos ver el mismo artículo nos señala los límites de la Libertad de Expresión, no podemos expresar aquello que sea ataque a la moral, derechos a un tercero, provoque algún delito o perturbe el orden público.

Por eso me sorprende aquellos paladines de las libertades que hacen mal uso de los derechos, poniendo como excusa el derecho a la libertad de expresión, para proliferar sus errores y acciones licenciosas.

La siguiente reflexión de la filosofía y sana doctrina nos dará luz sobre la verdadera esencia de la Libertad de la Expresión:

Resulta casi innecesario afirmar que no existe el derecho a esta libertad cuando se ejerce sin moderación alguna, traspasando todo freno y todo límite. Porque el derecho es una facultad moral que no podemos suponer concedida por la naturaleza de igual modo a la verdad y al error, a la virtud y al vicio.

 Existe el derecho de propagar en la sociedad, con libertad y prudencia, todo lo verdadero y todo lo virtuoso para que pueda participar de las ventajas de la verdad y del bien el mayor número posible de ciudadanos.

Pero las opiniones falsas, máxima dolencia mortal del entendimiento humano, y los vicios corruptores del espíritu y de la moral pública deben ser reprimidos por el poder público para impedir su paulatina propagación, dañosa en extremo para la misma sociedad.

Los errores de los intelectuales depravados ejercen sobre las masas una verdadera tiranía y deben ser reprimidos por la ley con la misma energía que otro cualquier delito inferido con violencia a los débiles. Esta represión es aún más necesaria, porque la inmensa mayoría de los ciudadanos no puede en modo alguno, o a lo sumo con mucha dificultad, prevenirse contra los artificios del estilo y las sutilezas de la dialéctica, sobre todo cuando éstas y aquéllos son utilizados para halagar las pasiones.

Si se concede a todos una licencia ilimitada en el hablar y en el escribir, nada quedará ya sagrado e inviolable. Ni siquiera serán exceptuadas esas primeras verdades, esos principios naturales que constituyen el más noble patrimonio común de toda la humanidad. Se oscurece así poco a poco la verdad con las tinieblas y, como muchas veces sucede, se hace dueña del campo una numerosa plaga de perniciosos errores. Todo lo que la licencia gana lo pierde la libertad.

La grandeza y la seguridad de la libertad están en razón directa de los frenos que se opongan a la licencia. Pero en las materias opinables, dejadas por Dios a la libre discusión de los hombres, está permitido a cada uno tener la opinión que le agrade y exponer libremente la propia opinión. La naturaleza no se opone a ello, porque esta libertad nunca lleva al hombre a oprimir la verdad. Por el contrario, muchas veces conduce al hallazgo y manifestación de la verdad. (Carta encíclica Libertas Praestantissimum).

Queda claro que no es permisible ni lícito dar cabida en la sociedad a las voces que defienden el vicio, el error, la mentira y la corrupción. Y que la razón de ser de la Libertad de Expresión está en el derecho de propagar en la sociedad, con libertad y prudencia, todo lo verdadero y todo lo virtuoso para que pueda participar de las ventajas de la verdad y del bien el mayor número posible de ciudadanos.

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