Ratio essendi

Desigualdad social, malestar mexicano

Por Roberto A. Dorantes Sáenz

El miércoles pasado, a las ocho y media de la mañana, circulaba sobre la calle 60 entre la avenida Colón y la Cupules; el tránsito era lento, los coches avanzaban lentamente sobre todo en el carril central, algunos automovilistas sonaban el claxon de su vehículo en señal de desesperación, por inercia tomé el carril izquierdo, sorpresa al descubrir cuál era la causa de la lentitud del tránsito.

En el carril central iba un triciclo, con tres tripulantes, el conductor era un hombre de aproximadamente sesenta años, su aspecto era de condición humilde, su rostro reflejaba las huellas del sol, llevaba a una mujer y a un adolescente y ambos reflejaban la misma condición.

Esta imagen me causó sonrojo, admiración y compasión; el hombre se esforzaba en avanzar lo más rápido posible entre los carros que lo apresuraban con el claxon. Esta imagen citadina me dejó claro que existen miles de personas en esta situación, donde se ve claramente que la desigualdad social es el malestar que vivimos en nuestro país.

La razón de ser de la desigualdad social deriva de varias causas, y considero entre los más importantes las siguientes:

La pobreza en México es un factor determinante para la desigualdad social, en un país donde hay 129.345,710 habitantes según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, más de 53 millones son pobres.

La OCDE indica que la pobreza es un asunto clave en México: en el 2012, 53.3 millones de mexicanos vivían esta condición, es decir 45.5%, y si bien la tasa de pobreza descendió ligeramente desde la mitad de la década de 1990 hacia mediados de la primera década de este siglo, volvió a aumentar con la crisis financiera mundial. A esta cifra le podemos agregar dos millones más de personas hasta la fecha actual según la Coneval. Con estos datos podemos afirmar que casi la mitad de la población vive en condiciones sociales deplorables.

La pobreza conlleva otro tipo de situación, la ignorancia. México es el tercer país dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con mayor número de jóvenes que no estudian ni trabajan (superado sólo por Turquía e Israel). En el reporte de 2011 la organización señaló que son 7 millones 248 mil 400 los mexicanos en esta situación. Somos un pueblo que no lee, no se instruye y con millones que no saben leer ni escribir.

La corrupción es un problema que lleva la desigualdad social. México ha obtenido 35 puntos en el Índice de Percepción de la Corrupción que publica la Organización para la Transparencia Internacional. Su puntuación no ha sufrido ningún cambio respecto a la obtenida en 2014, así que sus ciudadanos mantienen estable su percepción de la corrupción en México. (Fuente: Revista Expansión).

Se puede señalar otros factores, pero me centro en estos tres, porque la mezcla de estos tres conlleva a la desigualdad social; pobreza, ignorancia y corrupción hacen un caldo propicio para que los mexicanos no podamos avanzar.

El Artículo Cuarto de la Constitución mexicana nos dice: Toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar. Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo. Pero esto es letra muerta para los 53 millones de mexicanos que viven en la pobreza.

El vicio es la ignorancia, afirmaba Sócrates; con una población ignorante y analfabeta, podemos deducir que la causa de la delincuencia, la prostitución, los desórdenes morales, la violencia, se deben a la ignorancia y a la pobreza. Como exclamaba Simón Bolívar: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”.

La ignorancia de las masas es la principal fuerza de los gobernantes; se percibe, se respira en el ambiente la corrupción, gobernantes corruptos como en los casos de Veracruz, Sonora y Quintana Roo, la corrupción de las autoridades en los tres órdenes de gobierno (legislativo, judicial y ejecutivo), la sociedad los acusa de corrupción, el pueblo ya no cree en la clase política y en sus autoridades.

La única manera de que podamos revertir esta situación es, en mi parecer, combatir la desigualdad social, el ejercicio de los valores y un sistema de justicia funcional. Un Estado Nación como la República de Platón, donde se demuestra la necesidad moral, así para el Estado como para el individuo, de regir toda conducta según la justicia, esto es, según la virtud, es decir, según la idea del bien, principio de buen orden para las sociedades y para las almas, origen de la felicidad pública y privada. Pero eso se queda fuera de la realidad y en mi opinión en un plano ideal.

Termino con la siguiente frase de todos conocida: “Si quieres cambiar el mundo comienza por cambiar tú primero”.

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