Redes sociales, celos e infidelidad (PARTE 2)

Por: René Emir Buenfil Viera

Vayamos por partes, de entrada, los celos se construyen, son una forma de interacción, son un juego y tienen una cadencia que se vuelve un patrón o un círculo vicioso en la relación, a menos que la pareja se ponga la meta de quitarse muchos mitos de la cabeza.

El primer mito, la primera idea irracional que las personas celosas tenemos que trabajar es la ilusión de que si celamos, podemos evitar que nuestra pareja nos engañe. En mi opinión, si tu pareja se decide o está buscando tener intimidad, ya sea sexual o emocional o de otro tipo, con otra persona u otras personas, lo va a hacer en tus narices, a escondidas o como sea, creo que poco podemos hacer para evitar la infidelidad si la vemos como una decisión, ¿pero los celos son una decisión también?

Creo que este mito de que podemos evitar que nos engañen, o los celos, como estar a la defensiva, estar alerta para evitar que nos vean la cara, tiene mucho que ver con otra idea equivocada: el pensar que nuestras parejas son de nuestra propiedad, cuando hacemos a un lado el hecho de que cada persona es libre de tomar sus propias decisiones, y vemos el compromiso como un grillete, o como un sello más que como una apuesta que se confirma con el tiempo.

También tiene que ver nuestros prejuicios de género, el pensar que no pueden haber relaciones genuinas de amistad donde no haya tensión sexual de alguna de las partes, como si todas las relaciones estuvieran erotizadas, o potencialmente erotizadas, y es que a veces por preocuparnos más por controlar la sexualidad de nuestras parejas, descuidamos otras partes vitales de nuestra relación. Es por eso que concentramos nuestra energía en controlar las amistades de nuestra pareja, que no queremos que salga con ellas, que sentimos que son una mala influencia, que nos caen mal, que no queremos convivir con sus amistades, que generamos un ambiente pesado de interacción, que nos concentramos en los defectos de esta gente, y dejamos de ver todo lo positivo que las interacciones sociales tienen en nuestra pareja, y que todas las personas tenemos la necesidad de salir, de tener otros confidentes además de nuestra pareja, y que probablemente esas personas estaban antes que nosotros, o incluso, si son nuevas amistades, eso no nos da el derecho de administrar y elegir con qué personas sale nuestra pareja y con quiénes no. Después de todo, parece ser que los celos tienen más que ver con el deseo de controlar y decidir por el otro, y que quizá deberíamos aprender a confiar, y a vivir con la posibilidad del engaño.

El punto más álgido de esta triada son las infidelidades: reales, potenciales, imaginarias, pasadas, presentes, únicas, múltiples, consumadas o no consumadas. Quizá el primer significado que le damos a una infidelidad es su importancia, quien tuvo un amorío pudiera minimizarlo como algo sin relevancia, una aventura pasajera que no se volverá a repetir, y para la persona fiel (por lo menos en ese momento) este desliz es interpretado como traición, burla, el colmo, la gota que derramó el vaso, o algo inverosímil, que jamás pensó que su pareja fuera capaz de hacer, aunque estos no son los únicos caso, también hay parejas donde la persona que descubre la infidelidad la minimiza y quien cometió la infidelidad se siente terrible.

Colocarlo como algo que perdonar, como un asunto a superar, como un trauma o herida que tiene que sanar es tal vez de lo más común.

CONTINUARÁ…

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