Un gran mérito: Formar 30 generaciones de doctores

Los aplausos hicieron retumbar el auditorio Benito Juárez García, de la Facultad de Medicina, cuando el doctor Lizardo Vargas Ancona recibió la Medalla al Mérito Médico “Dres. Laviada Arrigunaga”  por su destacada labor en la formación clínica, humanitaria y ética de 30 generaciones de médicos, que  egresaron  de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady).

En el marco del Día del Médico, que se conmemora el 23 de octubre en nuestro país, el Colegio de Médicos de Yucatán adelantó ayer las celebraciones con la también entrega a otros colegas pertenecientes a otras agrupaciones civiles  del Estado.  ―Lo único que tengo que decirles es recordarles lo que siempre he dicho: “El hombre a los 20 (años de edad) no es casado, a los 30 no es rico y, a los 50 no sirvió para nada” ―expresó Vargas Ancona ante los presentes, quienes soltaron las carcajadas.

Algunos de los asistentes no lograron aguantar las lágrimas, otros se pararon para ayudarlo a bajar del escenario para llevarlo a su asiento. Durante toda la ceremonia,  Vargas Ancona estuvo acompañado de su esposa Sara Luz Carillo Ontiveros de Vargas,  hijos y nietos.

Semblanza

El galardonado nació el 1° de enero de 1930 en el municipio de Temax, es el quinto de siete hermanos. En 1961 concluyó sus estudios como Médico Cirujano en la Facultad de Medicina para posteriormente realizar una especialización en el Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Subirán, en Ciudad de México. En 1965 regresó a Mérida. Al año siguiente,  se inició su carrera hospitalaria como jefe del pabellón de Medicina Mujeres en el Agustín O’Horán. Veinte años después es jefe de Enseñanza e Investigación de en la nueva torre del Hospital General de O’Horán. La formación continuó hasta conseguir las especializaciones en Medicina Interna, Endocrinología y Medicina Nuclear. De esta área fue el pionero  en el Sureste, lo que le permitió recibir innumerables premios reconocimientos y distinciones.

También fue pilar de la atención médica nutricional en el Estado. Una iniciativa presentada a  la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud) fue la realización del Consenso Nacional de Obesidad, que con el apoyo de destacados médicos yucatecos concluyó con la publicación de un libro en 1999. Los nombramientos más importantes fueron Embajador permanente del Instituto Nacional de la Nutrición en Yucatán, durante varios años se desempeñó como coordinador y asesor científico del Capítulo Peninsular de Funsalud. Otras asociaciones que lideró fueron la Sociedad Mexicana de Nutrición y Endicronología, Capítulo Peninsular A.C., el Colegio de Médicos de Yucatán A.C., y hoy día preside el actual Colegio Médico Peninsular de Nutrición Clínica y Obesidad A.C.

Profesor sumamente puntual

Dicha actividad la comenzó a ejercer en 1969 con la asignatura Fisiología Humana y Terapéutica, otras asignaturas que impartió fueron Clínica, Nosología, Endocrinología y los talleres de Ética. Durante poco más de 30 años formó a médicos cirujanos, sus clases se caracterizaron por su disciplina, fomentar el diálogo analítico, creatividad y su intachable puntualidad. Al respecto, María Teresa Zapata Villalobos, ex alumna de Vargas Ancona y actual coordinadora de la licenciatura de Médico Cirujano, comentó que ser pupila del homenajeado fue una experiencia gratificante  ―En el momento lo veíamos con temor, con miedo, pero al final lo agradecimos todos, quienes fuimos sus estudiantes, fue la mejor manera de aprender parte de la medicina que hoy ejercemos ―expresó.

La entrevistada recordó que el doctor Vargas siempre les inculcó aplicar el punto de vista clínico para realizar el diagnóstico en los pacientes y, que ningún estudio radiológico o de laboratorio sustituya el conocimiento clínico. ―La experiencia profesional que viví con el doctor, después que fue mi maestro y cuando tuve la fortuna y el privilegio de dirigir el Hospital Agustín O’Horán, él fue el coordinador y jefe de enseñanza del área de investigación de ese nosocomio ―recordó.

Otro consejo que les inculcó, comentó Teresa Zapata, fue tener un buen reloj con segundero para saber tomarle el pulso de los pacientes. “Lo primero que nos pedía era mirar el reloj para ver si tenía segundero”, abundó.

Una característica peculiar del galeno fue la puntualidad, por lo que llegaba al aula 15 minutos antes de las 7 de la mañana para pasar lista y de alguna manera retar a sus alumnos, quienes le reclamaban que “aún no eran las siete”. ―El doctor era excesivamente puntual, aunque nosotros teníamos que llegar antes de las 6:45 de la mañana para que no nos pusiera falta y la clase era a las 7 a.m. Llegábamos, porque llegábamos. En ese entonces había menos tráfico y gente, en ese entonces el transporte público era más ágil ―comentó.

Un médico en la casa

Conocida las facetas como médico y profesor, los hijos de Vargas Ancona, Lizardo, Ana María y María Eugenia,  hablaron de cómo fue el papá, quien les enseñó la importancia de la medicina.

La influencia del doctor permeó en  sus hijos Miguel Ángel y Sara Luz, ya fallecidos, fueron médico cirujano y enfermera, respectivamente. Además, su nieta Ana Sobrino Vargas se graduó como médico general y realiza su servicio social en la clínica de Maxcanú. ―Nuestro papá es un ejemplo muy grande. Pues él y nuestro hermano Miguel fueron profesores en la Facultad de Medicina, investigadores, se dedicaron a la endocrinología y medicina interna ―comentaron.

Un lema que el doctor les inculcó fue “róbate las bases”, es decir, hagan de todo en cuánto a actividades físicas y recreativas se refiere, desmintiendo así la creencia que los hijos de médicos suelen tener ciertas restricciones al momento de jugar.

Cuando se enfermaban, comentaron  tenían un médico en casa, labor que después ocupó el fallecido Miguel.

El doctor Vargas  les inculcó el amor a la gente, el servicio a la comunidad, el respeto a los doctores, maestros, enfermeros y trabajadores sociales.

Con respecto a la muerte, recordaron,  que les enseñó la fe en el Señor. “Él era un instrumento de Dios. Cuando un paciente fallecía claro que se entristecía, pero siempre daba lo mejor de sí y luchaba por salvar hasta el momento a su paciente”.

Otros reconocimientos

Otros de los homenajeados fueron Matías Aguiar Sierra, de la Sociedad Yucateca de Salud Pública; Luis Arjona Canto, Sociedad Yucateca de Cardiología; Carlos Atoche Diegues, Colegio de Dermatólogos de Yucatán.

También Manuel Antonio Baeza Bacab, del Colegio de Pediatras de Yucatán; Francisco Calderón Ojeda, de la  Sociedad  Yucateca de  Medicina Familiar; José Gasque López, de la Sociedad de Climaterio y Menopausia de Yucatán; María Dolores Puerto Cetina, del Colegios de Psiquiatras de Yucatán, Rafael Reyes Bueno, del Colegio de Especialidades Médicas de Yucatán, y José Manuel Echeverría Eguiluz, de Colegio del Neonatólogos.

Una vida dedicada a la vida salud 

Por su parte, José de Jesús Williams, rector de la Uady, destacó los 50 años de trayectoria del homenajeado, quien le dio tanto a esa casa de estudios, así como a la sociedad yucateca por sus aportaciones ―Cincuenta años son toda  una vida, una vida dedicada al cuidado de la salud. Considero que hay dos principales áreas en las cuáles la sociedad pone su confianza: la salud y educación.

Pedro Marín Campos, presidente del Colegio de Médicos de Yucatán, comentó que los principales retos de los galenos son mantenerse actualizados y cuidar la seguridad de los pacientes. Con respecto a los avances tecnológicos, mencionó que vinieron a mejorar los servicios de salud, pero no se debe abusar de ello, por lo que también es necesario recurrir a la clínica médica.

Irbin Flores Palomino

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