La monarquía británica desplegó ayer toda su pompa para dar la bienvenida al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al inicio de una visita de Estado al Reino Unido en la que el mandatario republicano ha levantado polémica al arremeter contra el alcalde de Londres, Sadiq Khan.
Trump y la primera dama, Melania, llegaron por la mañana en un helicóptero militar a los jardines del palacio de Buckinhgam, donde la reina Isabel II les esperaba para invitarles a un almuerzo privado, antes de agasajarles con un pródigo banquete con 170 invitados, entre ellos 16 miembros de la familia real.
El príncipe Carlos y su esposa, Camilla, así como los príncipes Enrique y Guillermo, participaron en los actos de la jornada, poniendo de relieve una vez más el destacado papel diplomático que tradicionalmente ha jugado la monarquía británica a la hora de estrechar lazos con líderes extranjeros.
La primera ministra, Theresa May, asistió al banquete de gala, aunque no se reunirá con el presidente de la potencia norteamericana hasta este martes, cuando la visita cobrará su dimensión más política y se esperan además protestas en el centro de Londres.
Durante su primer día de visita de Estado, Trump pasó revista a la guardia de honor británica, participó en una ceremonia de homenaje al soldado desconocido en la Abadía de Westminster, tomó el té con Carlos y contempló algunos de los objetos históricos de la colección de la reina.
“Nuestros valores comunes nos unirán durante mucho tiempo en el futuro. La libertad, la soberanía, la autodeterminación y el imperio de la ley”, dijo durante el banquete en su honor Trump, que este fin de semana defendió una salida no negociada del Reino Unido de la Unión Europea (UE) si Bruselas no acepta las demandas de Londres.
Isabel II, por su parte, ensalzó los valores compartidos entre ambas naciones y defendió la vigencia de las instituciones internacionales que Estados Unidos y el Reino Unido contribuyeron a asentar tras la Segunda Guerra Mundial.
A pesar de lo protocolario de la agenda de la jornada, en la que no había programadas declaraciones a los periodistas, Trump desató la polémica con un mensaje en Twitter minutos antes de aterrizar con el avión presidencial Air Force One en el aeropuerto londinense de Stansted.
Antes de tocar tierra en Gran Bretaña, el presidente de EU utilizó las redes sociales para llamar “perdedor” al alcalde de Londres y asegurar que ha hecho “un trabajo terrible” al frente del ayuntamiento de la capital británica.
Hace pocos días, el alcalde laborista, que ya ha mantenido agrias polémicas con Trump en el pasado, comparó por su parte el lenguaje que utiliza el estadounidense para arengar a sus simpatizantes con el de “los fascistas del siglo XX”.
Trump también mantiene una relación tensa con el presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, que en 2017 expresó su oposición a que el mandatario estadounidense pronuncie un discurso en el Parlamento, como han hecho otros jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos Barack Obama en 2011.
Bercow puntualizó la semana pasada que no ha recibido ninguna petición en ese sentido antes de esta visita.
Trump tampoco se alojará en el palacio de Buckingham, como hicieron antes Obama y la mayoría de líderes en visita de Estado al Reino Unido, sino que pasará la noche en la residencia del embajador estadounidense en Londres, debido a unas obras de remodelación en el palacio.
El viaje del mandatario de EU llega en un momento político delicado para el Reino Unido, atascado en un tortuoso proceso de salida de la Unión Europea.
May recibirá este martes a Trump en su despacho de Downing Street, si bien ya ha avanzado que dimitirá como líder del Partido Conservador al final de esta semana.
Texto y foto: EFE